Thursday, July 22, 2010

Ando entre novelador y novelando...


Durante las últimas semanas ando enfrascado en el frenesí de dejar cerrada mi nueva novela para entregársela a mi editor antes del día 30 de agosto, que es la fecha pactada para la entrega de mis originales... y a medida que pasan los días y leo y releo, y vuelvo atrás para cambiar párrafos enteros... me agobia una sensación jodida de que no estoy consiguiendo más que estropearlo todo... el texto funciona a tramos y en otros se dispersa, y de mis pretensiones generales solo estoy medianamente satisfecho con ese puntito de memoria generacional que me había planteado como objetivo en un principio... pero fallo de forma estruendosa en el control del hilo narrativo [soy disperso por naturaleza] y, lo peor, siento demasiada precipitación en varias partes del trabajo.
Todo esto me pone muy nervioso y me llena de inseguridad, y me dan ganas a ratitos de borrar el archivo completo de mi ordenador y que todo se quede en la nada que quizás debiera ser.
Desde el principio yo me había planteado cuatro objetivos sobre este texto: 1º. Que fuera una memoria de mi generación, una memoria llena de detalles en la que las naderías tomasen protagonismo sobre los asuntos más sobresalientes de la época vital relatada, mostrando todas las etapas de un tipo nacido a mitad del siglo veinte y llevarlas justo hasta el cambio de siglo. 2º. Armar una trama alrededor de lo que lleva a un hombre hasta el acto creativo, hasta esa necesidad de expresión que hace realmente humana una vida, pero hacerlo sin grandilocuencia, sin excesos decorativos, con claridad y, sobre todo, con ironía. 3º. Montar un relato dentro del relato [un relato paralelo] en el que se muestre el proceso mental del pensamiento y el previo al artificio de la creación... lo que sucede en la cabeza de un creador antes de iniciar la pragmática creativa... y que eso fuera comparándose con las escenas vitales mostradas en la trama de vida real novelada. Y 4º. Jugar al peligroso juego de lo confesional, de la vida propia, manchándolo constantemente con situaciones imaginadas [no vividas] hasta lograr una neblina que lleve a la pregunta morbosa y constante en el lector sobre la posibilidad de cada vivencia como una vivencia real del autor.
Y, como digo, solo estoy algo satisfecho con mi primer objetivo marcado... en lo demás encuentro caos, fracaso, desastre total... y no sé qué hacer, no sé por dónde caminar ni cómo buscarle las vueltas.
También he notado, por algunos comentarios de personas a las que les he permitido acceder a alguna parte de mi inédito, que lo que para mí resultan pasajes normales de esa ‘vida mental’ que solo sucede en la cabeza del protagonista, para ellos resultan escenas durísimas algunas descripciones de sexo que les cuesta leer relajadamente y notan una alta misoginia en muchos de mis párrafos... y yo entiendo perfectamente esos comentarios, pero es que el pensamiento funciona así y tomar otras formas más blandas de narración no darían el mismo resultado, el que yo he pretendido al escribir... el hombre, con su máscara, reacciona física y socialmente ante los estímulos de forma absolutamente distante y distinta a como lo hace en su mente... y esos dos estados paralelos son los que pretendo patentizar... no sé.
Luego, para rematar, me siento bastante inseguro con la forma que he utilizado, una narración chorro en la que abunda el lenguaje directo y está llena de expresiones vulgares de uso corriente en mi ambiente... leo de corrido y me gustan el ritmo y el tono... pero releo con detenimiento y empiezo a llenarme de dudas por todo... así que esta puta novela de mierda me está jodiendo el verano, coño, que hasta me sueño con ella muchas noches y me despierto empapado en sudor y no puedo volver a conciliar el sueño. Cuánto mejor escribir poemas para mi forma de hacer y de ser... ¿por qué me meteré en estos embolaos, si me conozco y sé lo que me pasa?
¡Me cago en rus....!

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