Sunday, July 11, 2010

Una filípica prefinalista, ripiosa, esdrújula y jabulani al estilo de Cortés Osorio


Hoy tengo el día filípico
con un partido fantástico
que puede resultar épico...
me pongo un puntito cómico
y me enredo en una fábula
de corte esdrújulo y lúdico.

Vivo en un país de héroes
que se convierten en ídolos
por la justa matemática
de nuestro ardor patriótico...

Desde que España es la espátula
de todo lo futbolístico
ha crecido en cada ático
una bandera anecdótica
con los colores ibéricos
[que es raro y hasta quimérico
ver ondear ese símbolo
en este país de jíbaros
absolutamente bífido
desde aquella guerra incívica]...

El caso es que cunde el júbilo
y ahora nadie siente escrúpulos
de lucir como jurásicos
nuestro símbolo patriótico...

En ese llevar ubérrimo
la bandera sin ridículo
hay un algo ciclotímico
y otro algo un tanto svástico:

los hay que la llevan muérdago
y hasta carpetovetónica,
los hay que la llevan ciénaga
[llena de olorosas lámparas],
los que la llevan gaznápira
y los que la llevan plástica...

otros la visten fanática
sobre sus cuerpos hercúleos,
algunos la visten bélica
y otros la visten famélica
[porque la crisis es látigo]...

las hay pintadas al óleo
y con acento prosódico
en las mejillas bulímicas
y en los carrillos cetáceos...

y cada tipo es un púlpito
en estos días de éxito
[días un poco misóginos
con su puntito simpático]...

Todo se olvida en lo lúdico
y a nadie le duele el píloro
ni se va a ver al radiólogo,
ni al dentista, ni al protésico,
ni grita el hiponcodríaco,
ni se histeriza el histérico,
ni se revuelve el celíaco,
ni se silencia el afónico...

Todo depende del árbitro,
de su silbato analítico,
de algún bote del esférico
o de la nítida rótula
de un jugador psicotrópico
metiendo algún gol pletórico...

y cuando ya sea el área
solo un recuerdo onomástico
y las banderas de plástico
sean solo cosa heráldica,
volveremos a la práctica
del sobrevivir estúpido
[que es lo más futurológico]
siendo campeones póstumos
en este tonto prostíbulo
que es la patria y sus políticos,
sus reyes fantasmagóricos,
los bancos con su gramática
y su dinero gaznápiro...
y ese paro antepenúltimo
que nos pone el rostro cáustico...

¡Campeones futbolísticos¡...
y espantapájaros trágicos.

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