Como las nochebuenas me aburren de morir, y más la de este año, en la que se suman historias chungas que no me gustan nada, me armé de papel y plumas para pasar el trago escondido en mis trazos… la cena fue magnífica por donde se mire, pues no me enteré de la misa mientras me manchaba los dedotes de tinta como un crío chico.
Destaco del evento que besé a mi Sarita chica, que está divina con sus seis mesines, aunque tuve que hacerlo por la espalda y a traición, oye, pues es verme y ponerse a hacer pucherones… y que mi sobrino Javier, que es un tipo grande y callado, me regaló dos hermosos instrumentos de pintura [un brush pen japonés con sus cartridge’s PF10 y otro brush pen recargable para rotulación de caracteres orientales].
Cené de lujo, dibujé hasta que me dolieron las manos y de vez en cuando me desconcentré para decir alguna burrada.
Y luego a dormir como un cosaco.
•••
Y llego esta mañana y me encuentro en mi mail con uno de los regalos más hermosos que pudiera imaginarme… regreso sin más al Perú que dejé hace un mes y me encuentro a la familia Pajares que se ha pillado un bus y se ha ido hasta Moche para visitar a la hermosa Licenciada Yolanda de la Puente Martin y a su inseparable Estelita para hacerles un regalo de Navidad… juro que, al ver las fotos, mis ojos se llenaron de lágrimas y aún sigo embargado por la emoción que me han producido… y han vuelto los recuerdos de la casita azul de Moche, la voz de Yolandita cantándome en quechua y llamándome gringuito guapo, sus ojos llenos de ganas de vivir, su ejemplo de juventud constante… y volví a abrir mi cuadernito de Perú para releer esos días e intentar revivirlos a solas en mi estudio.
Gracias a Mili, Víctor y Lorena por haberme hecho el mejor regalo de estas navidades… cómo me hubiera gustado estar allí y abrazaros a todos bien fuerte… y luego besar a Yolandita y a Estelita… y tomarnos todos juntos unas gaseosas. Mil gracias por haber vuelto a emocionarme y hacerme sentir grande cuando más pequeñito me sentía.
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