Me lo dije de pronto y, sin más, me puse manos a la obra... tomé un manojo de hojas viejas de papel carbón, el adhesivo de doble cara, la inscripción informática del grito que llevo en el estómago desde hace dos semanas y collageé hasta que se me puso negra la camisa blanca que llevaba... todo a lo bestia, sin buscar trazos finos ni acabados curiosos... porque debía ser exactamente el reflejo de mi grito y de mi estado.
Luego me fui a comer un platito de puré y unos filetes [también me hice una jarrita de limonada con azúcar y los limones de Sinda y Jesús... estaba de rechupete].
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