Friday, October 19, 2007

Rarezas salesiánicas.


Creo que mi curiosidad por lo extraño [y también por la creación poética] proviene de una cosa salesiana que estaba fundamentalmente trabada por el terror que yo sentía hacia aquellos enseñantes energúmenos [no todos, por dios] que respondían con exageración torturadora al menor gesto dubitativo de los alumnos. Recuerdo que cuando volvía a casa desde el colegio [después de pasar por la postortuta de la banda de la Plaza Mayor liderada por Corrales], mi misión autoimpuesta consistía en colocar los cuadernos de deberes en orden sobre la mesa: los últimos siempre eran religión y ciencias naturales… y los primeros, por supuesto, las matemáticas de Víctor Lobo, la Lengua de Jesús de Miguel y el francés de Ciriaco de Andrés Peña. Después de arbitrar con conciencia el orden de realización de trabajos, echaba un somero vistazo a los contenidos a trabajar y estudiar… y decidía comenzar siempre por lo más dificultoso, ya que solo con pensar que me podían preguntar al día siguiente aquellos malvados con su regla de madera y la campana de bronce en las manos, sacaba la poca memoria que tenía [es una de mis mayores faltas, la memoria] y me machacaba hasta que aprendía aquellas rarezas de la Lengua, las matemáticas, el francés o el latín… aún recuerdo de corrido el ejemplo latino de encabalgamiento: ‘quadrupedanteputrensonitumquatitungulacampum’ [nunca supe lo que significaba, pero la verdad es que mis versos saben encabalgarse y lo hacen con frecuencia], las preposiciones propias:
‘aantebajocabeconcontradedesdeenentrehaciaparaporsegunsinsosobreytras’, los ejemplos de palabras bifrontes: ‘amor–roma’ y ‘la mina de sal–la sed animal’… o teoremas rarísimos y tiempos verbales en francés que decía de corrido con pronunciación castellana recia: ‘yetieile… nusavonvusaveilson…’, y el jodido vocabulario bilingüe y de corrido: ‘casamesón… pastelgató… ventanafenetr… lapizcrayón… tíooncl… mesatabl… regalocadó…’. O aquellos comienzos y finales de los anhídridos que aprendí con la regla mnemotécnica: ‘hipo, oso, oso, ico y perico’… o el jodido sistema periódico que aún me sé de memoria: ‘sodiolitiopotasiorubidiocesioyfrancio…’ [recuerdo que siempre me quedaba trabado en el molibdeno].
De aquel terror me vino este puñetero versificar midiendo o buscando la música, la pasión aforística y la búsqueda de los cuádruples sentidos de las palabras en una frase [y la deconstrucción, amigo], el jugar a hacer anagramas y palíndromos [el mejor que he hecho es “ateneo en eta”], el buscar pentavocálicas mientras conduzco en mi Korando o en inventarme simples charadas.
Es, quizás, lo único que le debo a los jodidos padres salesianos… eso y mi afición al baloncesto.
De FUMADORAS

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