Recibo con sorpresa varios paquetes del nuevo amigo frances Henri Deluy [acercado hasta aquí por la mano perfecta de Belén Artuñedo], una hermosa montonera de libros con remite en Ivry-sur-Seine: ‘L’anthologie arbitraire d’une nouvelle poésie’, ‘Troubadours galego-portugais’, ‘Poemas’ [una edición bilingüe francés/castellano de creaciones de Henri], ‘Nomenclature’ [poemas traducidos al francés de Paul van Ostaijen] y dos números de la magnífica revista francesa que dirige Henri, ‘Action poétique’. Me da la impresión de que voy a ir descubriendo poco a poco a nuevos poetas con otros paisajes y otra forma de respirar, pues el hojeo/ojeo ha sido prometedor.
Y al ratito llega Ramón Hernández Garrido, de pronto, con prisa, y me deja unos libros para repartir entre Antonio G. y yo. Tomen nota: ‘Heterónimos’ y ‘Ortónimo’, de san Fernando Pessoa y en su lengua original… Con el material adjuntaba Ramón un cartoncito de Chester luso… Mil gracias, hermano, por las hermosas letras y por el humo delicioso.
¡Qué suerte tener amigos que te regalan libros, coño!
(22:15 horas) Jo, qué guay, ya he descubierto los textos a courier vieja de Bernard Heidsieck, a Liliane Giraudon y a Christophe Chemin con su cómic poético ‘Mno, poète defroquée’, las formas de István Kemény, ‘Le coquillage d’Hardelot’ de Claude Adelen y los juegos casi infantiles de Paul Nagy… todo un universo nuevo que me anima un montón a ir recuperando mi francés [más aún que los ratitos compartidos con Youssouph].
Antes había tomado café en PdT con Juanito, Pedro y J. L. R. Antúnez, y ya noté que el día era propiciopara pillar una conversación interesante [que ya es difícil tal y como anda el personal]. Convinimos todos en que no existe el flash creativo ni la iluminación, que todo es fruto de un trabajo constante y del empecinamiento en la búsqueda. Otra cosa muy distinta es trabajar la percepción constantemente, como sin querer, y llegar a un instante en el que todo es capaz de ser volcado en unos versos, en un dibujo rápidos que resultan magníficos… todo lo realmente valioso es fruto de un trabajo empecinado, siempre… por eso me río de fenómenos tan fantásticos como, por ejemplo, el de Elena Medel.
En fin, que seguiré leyendo en francés por unos días.
(22:48 horas) Y de pronto me encontré de golpe con un juego de espejos y no me resistí a sacar la Nikon de su bolsa para lanzarme a ese infinito de imágenes reflejadas que eran como aquellos versos de Martínez Sarrión: ‘… el disco otra vez, otra vez, otra vez…’. Me detuve casi un cuarto de hora metido en aquel juego y soñando un universo borgeano de suicidas imposibles por pura repetición.
El café de después me supo a gloria y el tiempo se me hizo corto y larguísimo.
Los espejos, en fin, eran horteras desde sus justos marcos, pero sirvieron para troquelar mi cabeza y forzar un par de aforismos que me guardo para ‘Savonarolia’.
De FUMADORAS |
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