Thursday, October 18, 2007

Hay que buscarlo... al poema.

En los días como el de hoy, con la resaca de un trabajo intenso de ayer que se extendió hasta casi las cuatro de la madrugada [doce horas continuadas de generoso encaje de bolillos horteras], me pongo como ‘en la masmédula’ del gran Oliverio Girondo y, mientras desato imágenes y las optimizo en un tiff viable o trazo textos enormes en tipografía austriaca para lograr un pdf que aguante una filmación correcta, repentizo versos sin sentido ‘consentido’ alguno para matar el hambre y las ganas de mandarlo todo a tomar por el culo.
Y mientras mis párpados quieren caer por su peso, busco ‘En la masmédula’ en mi biblioteca… pero solo encuentro un viejo ejemplar de ‘Persuasión de los días’ en el que tengo marcado en rojo un ‘Atardecer’ magnífico y Girondo total que viene al pelo a este atardecer que hoy me tiene agotado en su cuesta:

Íbamos entre cardos,
por la huella.

La vaca me seguía.
No quise detenerme,
darme vuelta.

La tarde, resignada,
se moría.

Íbamos entre cardos,
por la huella.

Su sombra se mezclaba
con la mía.

Yo miraba los campos,
también ella.

La vaca, resignada,
se moría.

Y me faltó el tabaco justo cuando no podía salir a la calle a buscarlo, y me irrité hasta el punto de enganchar una serie de imprecaciones vanas, al uso de mi abuela cuando escuchaba aquella música de los partes radiofónicos franquistas/fascistas… ‘Hijosputascabronesmamapollaspeseterospatanescacatúas’… [ella incluía cada dos o tres golpes de voz un ‘asesinos’], y rebusqué en los ceniceros de la imprenta hasta que encontré un par de colillas viables con las que doparme un poquitín.
No nací para trabajar y mi fracaso es tener que hacerlo a pesar de haber intentado buscarlo desde la opción de empresa [el empresario pequeño y pobre trabaja más, mucho más… y está también más jodido, porque todo parte en su contra y está pensado para hundirle].
Seguí buscando ‘En la masmédula’, pero nada… hasta que caí en la cuenta de que mi herramienta global favorita me lo proporcionaría al instante… ‘Hay que buscarlo’…

En la eropsiquis plena de húespedes entonces meandros de
espera ausencia
enlunadados muslos de estival epicentro
tumultos extradérmicos
excoriaciones fiebre de noche que burmua
y aola aola aola
al abrirse las venas
con un pezlampo inmerso en la nuca del sueño hay que
buscarlo
al poema

Hay que buscarlo dentro de los plesorbos de ocio

Desnudo

Desquejido
sin raíces de amnesia
en los lunihemisferios de reflujos de coágulos de espuma de
medusas de arena de los senos o tal vez en andenes con
aliento a zorrino
y a rumiante distancia de santas madres vacas
hincadas
sin aureola
ante charcos de lágrimas que cantan
con un pezvelo en trance debajo de la lengua hay que buscarlo
al poema

Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso
lúcido beodo
inobvio
entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente
antes que se dilate la pupila del cero
mientras lo endoinefable encandece los labios de subvoces que
brotan del intrafondo eufónico
con un pezgrifo arco iris en la mínima plaza de la frente
hay que buscarlo
al poema
•••

… y pues eso hago, mientras me humillan los que no podrían hacerlo de otra forma que no fuera encargándome trabajos para poder pillar las pelas suficientes para el café del día, para el tabaco justo [y necesario], para engordar la yema familiar de hijos y de abuelos, para pagar la luz y sus desaires, para la gasolina, para el agua, para la justa sed de todo lo innecesario que se ha hecho costumbre.

Hay que buscarlo.

(22:49 horas) Oye, que me metí en harina con Oliverio y ya voy por el tramo 14 de su ‘Espantapájaros’, en el que cuenta que su abuela le decía: “Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas! Lo que es la sabiduría puesta por la edad, una abuela que ya pilló en su día el asunto de los caminos paralelos que presta la imaginación bien desarrollada, esa imaginación que te da todo lo que deseas sin enredarte en problemas de relación, esa imaginación que propicia la autogestión del cuerpo y el espíritu, así como la individualidad sin tener que andar molestando al otro en vano.
Estoy disfrutando como un crío con esta lectura.
De FUMADORAS

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