Friday, October 12, 2007

Savonarola in route (II) hacia/desde Gredos


Hay en estos tiempos modernos cierta aficion gárrula y adinerada de comprar las voluntades de la gente, de alquilar sometimiento, de pagar humillación por horas y de sicarizar por unas tristes y miserables monedas. Y lo digo porque presiento cerca ese hacer y ese intentar. En fin, que ya voy mayor como para no saber sujetar este tipo de arquitecturas mentales tan propias de los tipos decadentes.
Pero también en estos tiempos quedan personas sensibles que saben darle valor a lo que afecta al hombre espiritual, diferenciando las cosas y los poderes ficticios de lo realmente importante. Una de esas personas hermosas por donde se las mire es Alexandra Botto, y la traigo aquí ahora porque acabo de recibir un paquetote de libros desde su Seguin texano. Anoto títulos y autores, todos pertenecientes al grupo poético que lidera Alexandra en México y editados en la colección Diáfora:

• ‘Cicatriz sin orilla’, de Óscar Efraín Herrera.

“El ritmo que me hace y me deshace
deja cada mañana en mi cabeza
nuevas canas y dolores inéditos,
regalos que me laten con sonrisa
arrugada en el irónico espejo
del reloj tartamudo que he cargado
en el pecho como un lunar amargo.”

• ‘Miel’, de Mariana Pérez-Duarte.

“Cuando el rayo estalle
y venga el agua
yo también te daré mi fruto.”

• ‘El sueño de la sombra’, de Margarito Cuellar, que arranca con una hermosa cita de Ciorán que dice: ‘He decidido no detestar más a nadie desde que he observado que termino siempre por parecerme a mi último enemigo.’.


“Hay quienes se declaran víctimas de su tiempo. No se han dado cuenta que desde años atrás empezaron a construir lentamente los barrotes de su cárcel.”

• ‘Miradas paralelas’, de Carmen Alardín.

“Arrojo al suelo mis zapatos
y ellos observan mis pies
como dos desconocidos.

Quienes están unidos mucho tiempo
acaban por desconocerse…”

Nuevas voces de la otra esquina del mundo, voces desconocidas hasta hoy que me aportan frescura por un lado y por otro me ponen referencias en este camino bellísimo y absurdo de la poesía.
Son tiempos de poesía lejana gracias a Henri y a la gran Alexandra, tiempo de amigos que no saben olvidar que aquí hay un tipo pequeñito que aprecia estas cosas mucho más de lo que imaginan.
No me resisto a dejar un qequeño homenaje a mi Alexandra, dejando un poema suyo sobre estás páginas:

CESTO CON FLORES SECAS

Háblame de ti,
del rojizo vaivén de las heridas
y la rotación del mismo sueño
que te aqueja por las noches.
Dime,
si muertos los verdugos,
harás distinción en el tamaño de las piedras.
¿A quién le tocarán las más grandes?
Tócalos,
sus miembros están rígidos,
sus ojos llenos de sombras.
Nunca podremos jugar con ellos,
no existirán los abrazos y bienvenidas,
los brindis, las carcajadas ni las llamadas por teléfono.
Al final nadie pronunciará una oración por nosotros.

Mil gracias, Ale. Un beso.

















































De FUMADORAS

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