Wednesday, March 12, 2008

Volvió Paco Ortega.


Ayer se cumplieron cuatro años del espanto en los ojos y me canté yo solo una saeta incendiaria… y luego puse bien alto la canción que escribí para Jesús Márquez dedicada a las víctimas, y sentí cómo unas lágrimas breves me hacían sentir humano.
boomp3.com
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A pesar de lo que piense mañana la fiera fritanguera afrancesada –y de lo que diga pasado mañana–, me llamó a primera hora Paquito Ortega para decirme que estaría en Béjar hoy y que le apetecía un montón que nos viéramos… y nos vimos, y nos abrazamos, y nos reímos al trintrán, como solo se saben reír los colegas. Yo, por supuesto –me adelanto al comentario de rijosa ‘dama’–, no pregunté a qué había venido, para que nadie pueda acusarme de otra cosa que no sea la de recibir a mi amigo del alma como se merece.
Quitando un solysombra de tristeza en los ojos pícaros orteguitas [la muerte se ha cruzado dos veces cabronas en su vida durante los últimos meses], el niño de Úbeda sigue vivaracho y dulzón, gozoso en sus puntaítas de boquilla casi bíblicas, con ganitas de cantar en público y haciéndolo ya otra vez, componiendo al amor de mil musas de alto standing para una serie putera de quince capítulos, hecho y deshecho en el sabor de calle oscura, enorme siempre y por los siglos… y también en comunión con todos los santos, coño.
Nos prometimos visitas [yo a Madrí y él a nuestro Béjar] y canciones, y mucha cercanía de la necesaria.
También estaba Jess, de chofera y chica para casi todo [un compendio argentino de valores hermosos y plurales]… me cae de puta madre esa chiquilla que me evoca sin paliativos a la mujer latina de los allendesmares… su silbido en la voz, su mirada fantástica, sus gestos de prediosa postconciliar, su arte y su artefacto… divina de la muerte, de verdad.
La cosa visitera se saldó en un par de horas intensas de risas e intercambios, de noticias hermosas [o así] sobre Carita Boronska y Jesús Márquez, de proyectos comunes por hacer, de las ganas de vivir que aún tenemos a pesar de los golpes.
Un abrazote, hermano… y para Jess un beso.
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Acuso recibo de “Respirar de los días”, de César Augusto Ayuso, editado por Milenrama.

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