Monday, March 17, 2008

Estética de uno que teorematiza.

TESTIMONIO EN PRIMERA PERSONA DE LA ESCUELA DE MILETO

Yo, que cumpliré cincuenta y uno en el primer año de la Olimpiada China y aún no sé la fecha de la Olimpiada de mi muerte, soy contemporáneo de Uberto Stabile y de José Luis Morante, pero no soy fenicio –a pesar de lo que digan los modernos heródotos– ni sudaré en los certámenes gimnásticos, porque mi agorafobia me lo impide con auténtica disciplina [¿o era ‘displicencia’?… no sé].
A pesar de mis muchas cualidades, aún no percibo mi ventaja neta sobre los demás hombres, aunque fío en las predicciones que el rijoso de Teofrasto Bombast von Hohenheim hizo sobre mí [“Llegará un varón al sitio de Vigarra y será barbado, al igual que los habitantes de la Noruega, y tendrá en su sangre mezcla de la judía y la árabe y la cristiana, y contará con el saber de los druidas de Celtia. Su nombre dorará la Tierra entera sin fuego ni ruido de lanzas cruzadas y su verso será como el látigo familiar. De su paso quedarán huellas para las generaciones postreras y de su voz un eco como el de los cantos mortuorios de los pueblos bárbaros. Tedrá hijos que le sucederán y mujeres que le echarán de menos”]; pero nunca fui de ‘los siete’, aunque sí inscrito como ciudadano de Béjar, y no de familia ilustre, aunque muy digna.
Según la tradición, no fui el primero en revelar nada, pero sí aventajé a algunos muertos y eclipsé a más de un vivo [y los sigo eclipsando]. Aún no he dejado escrita ninguna Astrología, ni creo que publique la Historia Natural en la que vivo náufrago a pesar de mi craso conocimiento de solsticios y equinoccios.
No puedo decir que sea discípulo de egipcios y caldeos, pero sí que lo fui de un poeta asturcón y de otro matritense [y madridista], y desde ellos filosofé [y aún filosofo] sobre las cosas negras que ponen sombra al hombre, aunque nunca me preocupase que los vientos etesios diesen caudal al Nilo o que el agua fuese el principio de todas las cosas, ya que siempre busqué los porqués y los cómos de cada una de las corrupciones de la materia y del espíritu.
Jamás me pregunté por el alma, pues la supuse siempre motor [confiado en Tales] y no hice de ello camino, sino aserto.
De Dios dudé bastante hasta que comprendí que era cosa de obtusos, y que no hay ‘démones’ posibles que provengan de él, ni nada cierto, ni nada bueno, y decidí apartarlo junto al unicornio, las sirenas y los cíclopes en el mismo estante en el que aparqué la rarefacción, la condensación y los ajados álbumes de cromos Maga.
De Anaxímenes me quedé con ese asunto apasionante de los contrarios, y en ello persevero hasta estos días de simientes modificadas y hormonas en matraces de plástico.
Ahora, salgo a los eclipses de luna como a unas vacaciones, predigo con alto porcentaje de acierto qué tapa ha de acompañar a mi cerveza, combato el frío con acumulador nocturno de energía, conduzco mal mi coche [pero siempre llego], no hago trabajo físico [pues cansa], aconsejo sin rubor sobre asuntos políticos y he tramado mi vida con exacta virtud en letras e hipotecas [más bien hipotenusas] que me obligan a ser uno más de vosotros [era cruel aparecer en todo superior y distante, ¿no os parece?].
Cuando logre colocar mi bastón en el límite de la sombra que produce la pirámide, sabré que la razón estuvo siempre en la sombra de mi bastón.
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Copio texto que me dedica hoy Antonio Gutiérrez Turrión en su blog [http://antoniogt.blogspot.com/] y le acompaño un ¡¡¡GRACIAS!!! como un rascacielos.

"Me llega una última entrega de Luis Felipe Comendador. No sé si soy objetivo a la hora de juzgarlo, por los lazos que me unen a él, pero este hombre no deja de sorprenderme positivamente. Se trata en esta ocasión de un ejemplar titulado "Obra gráfica: ediciones trágicas by spain". En él se recoge parte de la obra gráfica que ha ido colgando en su propio blog en los últimos meses y que ahora, reunida en tecnicolor y fresquita, me supone un soplo finísimo de aire fresco en lo que a creación artística se refiere. Comendador ha merodeado en los aledaños de la poesía visual -quizás es a lo que más se aproxima esta cosa rara que me envía- y lo ha hecho con el mismo ímpetu y fecundidad de siempre. Cuando un creador visual rumia una obra, Comendador ya le ha dado forma a toda una colección; cuando el creador visual cree tener la idea, Luis Felipe anda ya en otros menesteres. Y lo mejor de todo es que yo no cambio su obra por ninguna de los consagrados. Con fotografías, collages y variantes de una palabra, logra reunir todo un fresco y hasta un retablo de poemas visuales. Siempre tiene en sus manos y en sus ojos la visión oblicua y especial del creador; por eso se ríe de la vida, al menos tanto como la vida se ríe de él y de sus cosas, y por eso mantiene con éxito este pulso desde hace tanto tiempo. Siempre he pensado que, en términos mercantiles, si este sujeto hubiera estado en Madrid, donde se cuecen los circuitos y se zurcen las telas, habría alcanzado unas dimensiones insospechadas desde este escondido rincón de Béjar, ciudad estrecha y fría, olvidadiza y esquiva con sus creadores y pensadores. Siento vergüenza al pensar que, a estas alturas, aún no tenga ningún reconocimiento de este pueblo, aunque solo fuera de tipo testimonial. Pero ha aprendido las bondades del refugio de la cueva -demasiados refugios según mi manera de pensar y en todos los niveles-, la sonoridad del silencio, la gracia del apartamiento, la visión de la atalaya, la vulgaridad de la tribu y el ruido insoportable de las calles. Y ahi sigue escondido y produciendo, viviendo a su manera, dando manotazos a diestro y siniestro, dejando cada día destellos de su vida y sus heridas.
Como es obra de autor, el número de ejemplares es también manual y restringido. Solo somos algunos afortunados los que nos aprovechamos de casi todo lo que hace. Tengo la obligación y adquiero el compromiso de dar a conocer a todo el que se cruce en mi camino esta nueva entrega artística de Luis Felipe Comendador. Para empezar lo haré con mis alumnos, después con otras gentes. Y enseñaré lo que es un verso con la figura de una mujer haciendo el pino, o un poemario con una colección de botones, o la feliz conjunción de un po-enema desde un aparato en forma de infusión. Hay tanto que enseñar y que aprender...
Gracias, colega, amigo, hermano. Usted sí que vale, Felipema, que eres un Felipema."

Jo, qué bonito.



Para ranitas, bichitos y otros espectros distantes.

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