Tuesday, October 14, 2008
Estoy realmente absorto por lo que está sucediendo...
Estoy realmente absorto por lo que está sucediendo en la actualidad política y económica. El mundo se me da la vuelta y no soy capaz de entender nada.
Veamos, me pasé más de treinta años de mi vida ideológica de izquierda pensando y reclamando que ciertos aspectos económicos y de gestión de materias primas debieran ser solo potestad de los gobiernos de las naciones, entre ellos, y fundamentalmente, la banca [su nacionalización], y el personal se reía de mí cuando lo explicaba con parámetros de lógica allí donde me encontrase [incluso compañeros de militancia sonreían por lo bajo mientras me explicaban que mi visión de la jugada era poco menos que vehemente y partía de una mirada utópica al mundo, que la sociedad reclamaba moderación y que al capitalismo había que vencerlo desde dentro y poquito a poquito, que tenía sus cosas buenas y había que aprovecharlas].
Bueno, pues estos días está en la boca de todos, y con naturalidad, la intervención de los gobiernos en el sistema bancario y la posibilidad real de esas utópicas nacionalizaciones… claro, ahora no son utópicas, porque el sistema ha entrado en pérdidas y hay que echar una mano a los pobres ricos, tan afanados durante años en recoger beneficios y en hacerse contratos blindados.
A lo que se ve, no es tan malo lo de nacionalizar la banca, sobre todo si se entiende que el poder económico en manos del estado está mucho más seguro [ahora lo dicen en todas las tribunas públicas sin ningún sonrojo], y más si se explica que las ganancias [otrora magras] irían al apartado de los fondos públicos para poder desarrollar las diversas políticas sociales y de infraestructuras de las que saldríamos todos beneficiados [eso quitando que, al no existir el hambre particular de ganancias y las fluctuaciones dirigidas de los mercados bursátiles, los productos financieros saldrían más ajustados para el consumo del ciudadano]. ¿Qué problema hay en nacionalizar la banca cuando entra en pérdidas? Ninguno [los señores de la pela están gozando de la merienda que se avecina y nuestro ministro de Economía cuenta a micrófono abierto que la administración no perderá dinero, sino que terminará ganándolo a medio plazo]. ¿Qué problema habría entonces en seguir con la nacionalización cuando se entre en ganancias? Tan solo que a los ricos propietarios de las entidades economicas se les torcerá el gesto por no ganar siempre y más. ¿Y eso nos importa? A mí, sinceramente me importa un pimiento.
Y mi estupor crece cuando son gobiernos de vendido carácter liberal y de confesada derecha los que han propiciado el abrir esa puerta que tanto propugnamos durante un montón de años los tipos de izquierda convencidos.
Ahora debieran aprovecharse las circunstancias para dar un giro y agrupar para el bien común lo que estaba atomizado para el enriquecimiento de quince o veinte particulares.
Hoy escuchaba en la tele que el dinero previsto por el gobierno español para apoyar a la banca no alcanza la mitad de las ganancias que harán públicas en un par de semanas los bancos españoles… ¿no es para intervenirlos ya mismo?
También recuerdo que me gustaba mucho la idea, y me sigue gustando, de un gran banco nacional dirigido por el estado y pequeñas bancas sectoriales participadas por lo público en las que se entienda y se atienda con especificidad a clientes con una línea común de necesidades y servicios [autónomos, funcionarios, profesiones liberales, desempleados, jubilados… etc.].
Estoy estupefacto, pero ya sé que no estaba como una puta cabra cuando pensaba como pienso y cuando pienso como pensaba.
Mi situación, hoy, es la de pequeño empresario acuciado por mil obligaciones de pago que me tienen en la cuerda floja cada día de cada mes [y también pendiente de otras mil emisiones de cobro que tardan en llegar, si llegan]. Doy empleo –no mucho, lo entiendo–, pero a mí no me ayuda nadie con paquetes de reflotación ni con medidas urgentes de saneamiento económico. Las administraciones siguen pasándome sus magras facturas y siguen pagándome cuando les sale de sus santos cojones las que yo les emito [eso sí, sin darme opciones de negociación de la pasta que me deben], mis empleados siguen reclamando sus haberes cada día uno del mes [y con justicia siempre en su criterio, pues han trabajado], las empresas que me sirven materias primas o elaboradas pasan sus efectos a treinta o sesenta días no negociables o dejan de servirme, los bancos y cajas descuentan rápidamente los plazos de hipotecas y créditos que tengo contratados con ellos, los clientes pagan cuando quieren o cuando pueden [que algunos no van a poder ya nunca]… y a mí se me está poniendo carita de carnero degollao mirando al cielo.
Que le den de una vez bien por el culo a los tipos del dinero, que los acorralen con dos cojones y les saquen del sistema de un buen empujón, que se inicie un cambio verdadero en el que todos nos sintamos apoyados y protegidos… y ya puestos, pues que se borren las jodidas fronteras, que dejen de una puta vez matricularse a mi You en la escuela de idiomas sin pararse a mirar su color o su lugar de nacimiento, que metan en la cárcel a los patronos explotadores [que hay muchos –lejanos y cercanos–] y que se instale el socialismo democrático con una buena base ideológica y con una criba de esos nuevos socialistas liberales que no hacen más que joderlo todo con sus medias tintas, sus implantes y sus trajes de firma.
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