Thursday, June 25, 2009
Creer no es razonable... créeme [tercer día con pinzamientito].
“Creer no es razonable... créeme”... oye, que me salió de pronto este aforismo, justo entre medias de uno de estos jodidos levantarmes de la silla. Parece que vuelvo a estar brillante a pesar de las cuitas de este tiempo de nones [algunos lo llaman mimosería... lo será].
Veamos...
Hay un vértigo de estatua en este dolor mío, un vértigo que pide siesta y longitud, colmenas y pechos como calabazas amarillas para ser mirados. Pestañear no duele, aunque sí algunas miradas de soslayo a lo que dicen mundo... hoy vi una muerte trágica en Irán, unos jóvenes ojos perdiendo su horizonte y un vómito de sangre.
No soy nada, pero siento el dolor, con sus agujas, de esta enfermedad levísima que me amarra en latidos de látigo y me deja como disecado en el lugar más absurdo. Es divertido verme en este rito de mantis religiosa, medio circuncidado –imagino que los recién circuncisos caminan como yo lo hago hoy–, con algo de piedra o de ladera esperando a que la hiedra suba... cojones, si hasta encender un cigarrillo me hace mella y tengo que buscar los engranajes de esta necrópolis personal de huesos...
En fin, que doy risa, que da risa verme como engusanado y perrete, ensalivando cada palabra a pronunciar, midiendo con los ojos cada movimientito, calculando el giro chiquitín de los trocantes y sintiendo cómo se van viniendo abajo los pantalones sin poder hacer nada al respecto [aviso que perdí cinco kilos en los dos últimos meses y pierdo en resbalones de cintura lo que en ella debiera sujetarse], coño, que me voy a quedar en gayumbos de cuadritos en medio de la rúe... y que parezco un páramo, aunque estoy sensitivo y un poquito faltón, y que no aguanto que me digan eso de ‘ve al médico’ o ‘tómate pupitatrozem antes de cada comida’, y que llevo dos corchos en los bolsillos porque me lo ha dicho Isabel [la señora uruguaya que cuida a Ángel] y creo más en ese chamanismo latinero que en la química inorgánica y en el desnudo de Amanda Lear... ¿sera esto un shock o solo que me encuentro sincopado?... ja, pero no dejo de pensar en vertientes y en frotes, en caricias y lametones, en espejismos de labios y en sofocos... y es que uno es eréctil y retráctil, y aunque se note corcho, siempre le sale el lastre del nido encarnado y las corolas calientes... mmm... y vinieron mi You y su Sandrita a cortarme el rollo [‘Felipe... yo quiero poner nombre... Felipe Mohamed... yo quiero así... tú dime...’... me cargo yo a este negro antes del matrimonio]... y me marché hasta casa para tumbarme un ratito a ver el fútbol... pues no... llamó Malick... ‘Felipe... que quiero comprar coche... está muy bueno... pero quiero que tú veas y me digas... ya vio Paco, ¿eh?, y dice que está bueno...’. Y yo, que no tengo ni puta idea de coches, a levantarme con polea del sofá, a volver a montar en el coche como un hombre de Orce y a buscar a Malick para que me enseñe esa joya. Llego. Encuentro a Malick nerviosete y sonriente y me enseña un Renault blanco más viejo que la Tana... ‘está bueno, ¿eh, Felipe?’... ‘tú sí que estás bueno’ –le dije yo–, y me llevó junto a un rumano delgadino que hablaba de dos coches en venta que estaban aparcados en la calle y que decía: ‘ojo, eh, yo no digo coche esté bueno, eh, yo solo doy llaves y tu pruebas y decides... todos papeles en regla, eh, ITV y eso, ¿sabe tú?, ¿no? Todo legal, todo bien sin problema...’ y me daba la risa mientras se me saltaban las lágrimas de la última puñalada en la cintura...
Le recomendé a Malick que hablase con un amigo mecánico para que lo vea y le diga si hace buena compra [le pide el rumanín delgaíno 600 €] y salí por patas a buscar de nuevo el cobijo de mi sofá.
¿Para qué coño querrá el Maliquito un coche?... yo qué sé. Será mejor no hacerse preguntas tontas.
Y vuelvo al piporro vértigo de estatua, a la longitud, a ese estado taxidérmico en el que no soy nada porque no me duele nada.
Me estoy quietino... je, je... así no duele.
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