Saturday, June 20, 2009

Cuando estaba en la mismita oscuridad, encontré un ejemplar de “Camino”.



Sin un puto clavel en el bolsillo, con la empresa revuelta por alguna torcedura de rasgos infantiles que ahora no viene a cuento [ni aquí, ni en mi empresa], con Hacienda y la SS pisándome los talones, con algunos puñeteros escritores ‘extremos’ dando problemas pequeños, pero constantes [problemas que dicen poco de su compromiso y menos del lugar que ocupan en el mundo... algún día contaré anécdotas cabronas que a alguno le sacarán los colores... ¡coño!, que me he roto los cuernos para conseguir hacer un encuentro, que en valoración superaría con creces los cuarentamil euros, por solo catorcemil -60 escritores alojados y comidos tres días, pago de desplazamientos a ponentes, cuatro conciertos y tres exposiciones, edición de un libro y los correspondientes carteles, programas, pancartas y banderolas ... y todo de un nivel notable-], con You en tramo de preboda y con un prurito africanote como para embuzarle un par de collejas -lo siento por mi Sandrita, que es un cielo y seguro que termina en santa-, y la familia, y los empleados, y mi socio, y Premysa, y Enmandilarte, y La Caixa + Cajaduero... todo torcido y retorcido, todo demandándome altos niveles de exigencia que me hacen pisar el límite.
A veces pienso que mis amigos y mis cercanos no tienen conciencia del mundo [quizás sí de su mundo]... y mucho menos de mi capacidad de trabajo y de mi límite de tensión. En fin... debe ser culpa mía.
El caso es que he estado sometido al peor castigo al que se me pueda someter: no escribir. Llevo toda la semana sin escribir ni una puta línea... atendiendo demandas ridículas de escritores por teléfono y mail, reuniéndome para insuflar oxígeno a mi empresa, apagando mil incendios cabrones, asistiendo a un par de asambleas serias de las que soy parte ejecutiva (?), recogiendo huchas SBQ y adecentándolas, haciendo carteles, invitaciones, anuncios... diseñando el BluesBéjar con presión [no de Miguel, que es un tipo grande y majete], hablando con clientes que me engañan para que les dé presupuestos y, así, utilizarlos en otra imprenta para jugar a la jodida ‘baja’, estropeando trabajos por la puñetera prisa ajena [esto queda en el capítulo de pérdidas]... y atendiendo llamadas y llamadas y llamadas [calculo unas cincuenta diarias en la última semana]...
Pero hoy me encontré de pronto un ejemplar de “Camino” [esa zorolada de san Escrivá] y me quedé plano en el primer instante. Lo toqué con cuidado, pasé sus páginas con detenimiento y decidí que será mi vía de escape para este fin de semana, pues echaré el resto en su tuneo, que quiero que sea absolutamente cabrón.

Siento, entre otras cosas, no haber atendido a mi Adu, que me vino a ver con ganitas de compartir cosas [perdóname, amiga, que ya tendremos tiempo]; no haberle dedicado el tiempo y la atención que se merecía mi Felipillo, que ayer le pusieron la banda de graduación en el cole, mientras yo andaba con la cabeza en otro sitio [no en vano llegué al festejo después de dos reuniones durísimas]; no estar a la altura que me demandan You y Sandra en estos días tan importantes para ellos; no hablar largo y tendido con mi hija, que lo necesitamos los dos mucho...
En fin, que lo que sí quería era pedir disculpas a todos los que habéis intentado conectar conmigo en estos días y os he contestado con cajas destempladas o simplemente no os he hecho ni puto caso... ha sido una semana muy difícil para mí y más o menos la he solventado con cierto éxito, pues nada ha tomado caminos irreversibles... pero os juro que he terminado absolutamente agotado.
Quizás funcione mi plan de fin de semana y la intervención creativa sobre “Camino” me ponga otra vez carga en estas pilas medio vacías que tengo hoy.
El mundo es una mierda y ponemos pocas ganas para intentar que deje de serlo... yo, el primero.
Un abrazo sincero para todos... y algo menos de temperatura.

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