Mi amigo Paco [repito la palabra “amigo” para que se patentice y se quede marcada como a fuego] es un tipo alucinado en el mejor de los sentidos [aquél que puso en palabras don Miguel de Cervantes], vehemente, empecinado, absolutamente creativo, puro nervio y un notable emprendedor. Su verdad –una verdad muy bien adaptada a nuestros tiempos– siempre va acompañada de una generosidad sin medida... y su más sobresaliente valor –que envidio– radica en saber creer en sí mismo sobre todas las cosas.
El problema de Paco, se lo he dicho muchas veces, es que no sabe escoger bien a sus compañeros de viaje –lo siento por ellos, pero si hay que hablar con sinceridad, pues se habla–. Mientras que mi amigo tramita su tiempo en elaborar futuro con mayúsculas, en invertir con riesgo, en apostar por evoluciones positivas... los que le acompañan en el viaje solo piensan en elaborar su propio futuro a base de migajas, en no invertir más que en sí mismos y en esconder la cabeza justamente cuando habría que sacarla con decisión y mostrársela al mundo.
Ya he hablado en esta bitácora más veces de Paco, y siempre en el mismo tono y reconociéndole unos valores que yo nunca regalo [y reconozco que a veces me saca de quicio, pero es que los amigos también están para eso, para sacarte de quicio a ratitos].
Solo puedo decir que desde que mi amigo llegó a Béjar, y al amor de su frenética actividad, florecieron negocios, crecieron las cuentas de resultados de otros negocios que ya existían, hubo bastante más trabajo y, sobre todo, florecieron unas esperanzas que yo nunca había conocido entre mis paisanos... y de su trámite sé bastante, pues pude presenciarlo, pudiendo atestiguar que cada paso se dio con luces y taquígrafos, con sinceridad pasmosa y con las cartas boca arriba [todo lo pretendidamente oscuro vino siempre de otras voces que buscaban enfrentamiento y poner zancadillas... algunas de ellas fueron voces oficiales, que la política tiene demasiada culpa en algunas frustraciones magníficas... y, todo hay que decirlo, Paco las enfrentó con decisión y con argumentos, pero hay firmas colegiadas que se empeñan en joderlo todo].
Hoy, mi amigo pelea por salvar sus proyectos personales, que algunos de ellos son proyectos colectivos también, y, mientras lo hace, ve cómo quienes le sobaban la chepa hace dos días, ahora le dan la espalda. Él corrió el riesgo, apostó personalmente –poniendo su patrimonio por delante– en la opción de futuro que nos ofreció a todos... muchos se subieron al carro cuando presentían beneficios... y ahora le andan dejando solo.
Me parece que vienen maravillosamente aquí aquellas “Palabras para Julia” del gran José Agustín:
Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones...
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo...
Un hombre grande, como tú, amigo Paco, deja ciegos sin más a los hombres pequeños con la penumbra de su sombra.
Así que a continuar en ese empeño fiera de hacer mejor el mundo, a salvarte y a salvarnos como tú solo sabes, sin mirar nunca atrás, pero conociendo siempre, como tú como tú conoces, cuál es la ubicación exacta de la meta.
Un abrazo de oso.
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