Thursday, November 12, 2009

Perú [3] :: Licenciada Yolanda de la Puente Martin ::


La Licenciada doña Yolanda de la Puente Martin [sin tilde, que el apellido es inglés] vive en Bolognesi 315, en una casona colonial justo al lado de la Municipalidad –Ayuntamiento– de Moche… su aspecto es desastrado, como el de una clochard parisina, y tiene el pelo blanquito, igual que Magdalena, mi Magdalena bonita, a la que tanto estoy recordando en Perú y aún no sé por qué [es casi constante su presencia en mi cabeza durante estos días]… el rostro de la Licenciada doña Yolanda es dulcísimo y absolutamente europeo… yo estaba esperando al alcalde de Moche, Roger Quispe, sentado en un banquito de madera frente al ayuntamiento y doña Yolanda se me acercó directa… “¿de dónde es usted, gringuito?”… le dije que soy español y se le abrió una sonrisa de oreja a oreja… “y reguapo, jojolete”… me levanté del banquito y le dije que si podía abrazarla… “claro, mi hijo, y besarme bien besadita”… la abracé fuertote y sentí cómo ella me abrazaba con emoción… besé sus mejillas y sonreí… “mi papá era militar, y estuvimos en Granada, en Toledo y en Madrid… luego en Francia muchos años, y en Alemania… y me vine al Perú, donde formé mi familia… ahora estoy solita y arruinada, solo me queda esta casa grande que comparto con dos viejitas para no estar sola, aquí me vienen a ver familiares algunas veces, y ayer estuvo José Antonio… José Antonio Ñique de la Puente, que me quiere mucho… es el Decano de Derecho de la Universidad San Marcos de Lima… todos los días hago juegos matemáticos, porque me da mucho miedo la demencia senil… y he aprendido quechua… qué reguapo eres, gringuito, con esos ojitos azules que son como un desperdicio solo mirarlos… me embargaron parte de la casa para hacer el ayuntamiento, pero no me importó… yo era enfermera, la más querida enfermera de por aquí, pero ahora estoy viejita y miedosa… la muerte me hace miedosita… te voy a cantar en quechua –y me cantaba en quechua el bésame mucho–… ¿entiendes el francés? –y me hablaba en francés durante un rato–… ¿y el alemán?... qué reguapo, gringuito…”
Le expliqué mi misión en Moche y me besó de nuevo… “yo quiero trabajar ahí, gringuito, sin cobrar nada, solo para tener compañía y cuidar a los niñitos… era enfermera de las buenas, ¿sabes, gringuito?... ¿me dejarás?”
Le dije que sí, que estaba hecho, que sería mi jefa indiscutible de enfermeras sin sueldo. Y me despedí de ella, porque me esperaba Roger Quispe.
Volví estas tarde y Lorena le había comprado una chaquetota de punto a Yolandita… se la fuimos a entregar y lloraba un poquitito por la emoción… luego nos cantó canciones.

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