No entiendo el mundo sin ideologías y menos a un hombre que las niegue, aunque deserte constantemente de algunos de sus procesos de implantación y de mantenimiento, como son la propaganda y la ‘fidelidad obligatoria’ [ésa que no admite discusión ni crítica]. Las ideologías son sistemas que aúnan valores, costumbres y creencias de un grupo humano, conformándose en una retórica con la que hacer practicable, mejor o peor [que también las hay de ese calado] el ámbito social en el que convivimos... lo más deleznable aparece cuando se busca persuadir sin entrar en razones y sin buscar el conocimiento exacto de quien recibe la información ideológica, buscando adoctrinamiento puro y duro, agitación sin razones y subversión sin un control de la razón.
A mí me gusta saber y poder discutir... saber contra qué adversario me enfrento [y contra el que lucha mi ideología] y aprender a diferenciarme netamente de él para poder explicarme con razón [no me valen, por tanto, los slogan como absurdo de la simplificación ideológica]... conocer las bases de partida en profundidad y desde ella establecer criterios con quienes tiene cercanía ideológica, y estar en un constante debate que capacite a quienes piensan como yo, y a mí mismo, a implantar nuevas ideas capaces de propiciar avances en el mundo del hombre.
El mayor cabreo surge cuando, conociendo mi ubicación ideológica, soy testigo diario de lo que hacen con ella quienes falsamente la abanderan en las tribunas, amparados en un sistema extrañamente democrático que les concede poder de acción, pero no les somete a un examen constante que tenga el poder inmediato de incapacitarlos... cuando soy testigo diario de sus ‘soluciones para imbéciles’ orquestadas en campañas constantes en las que la facilidad del discurso deja vacío de contenido todo el proceso intelectual elaborado por el pensamiento de muchos hombres válidos... y que esos mismos tipos sean capaces de pedir fidelidad a sus cercanos en pensamiento, llegando a trabajar con el temible reflejo condicionado [hacer coincidir las necesidades a corto plazo del ciudadano con los objetivos ideológicos] más que con las bases ideológicas irrenunciables sobre las que se construyen las sociedades más justas... Goebbels era un maestro en esta forma de hacer [que no es ni más ni menos que la forma de hacer que utilizan hoy quienes dominan los mercados]:
- Se genera confianza y se propician y amparan crecimientos individuales y colectivos.
- Cuando el ciudadano está confiado, se le ponen reparos y se le culpa de incapacidad.
- Cuando el ciudadano admite una incapacidad, se recortan sin problema sus derechos.
Y en eso estamos otra vez, pero ahora con más sofisticados medios de marketing para hacernos beber con gusto litros y litros de propaganda bajo cuatro o cinco normas fundamentales que hablan de la imbecilidad general... utilizar frases cortas, no comprometerse a nada, dominar los medios de masas para dejar mensajes subliminales constantes y mostrarse siempre amables [es decir, que nadie sepa de qué va cada uno de los candidatos a dirigirnos, para qué utilizará el poder... y, ni mucho menos, cuál es su verdadera ideología].
¿Pero es que es tan difícil explicar públicamente de dónde venimos y hacia dónde queremos ir... y cómo vamos a hacerlo... es tan difícil explicar cuáles son nuestros valores irrenunciables y luchar por ellos con encono...? El triste resultado es este camino abierto hacia aquella idea de Orwell en la que convivían un Ministerio de la Abundancia desde el que tener al pueblo entero al borde de la subsistencia por medio de un racionamiento cabrón, un Ministerio de la Paz trabajando con encono por mantener un constante estado de excepción, un Ministerio del Amor especializado en la tortura y todas sus formas o un Ministerio de la Verdad cuya misión constante era conseguir que el pasado coincidiera totalmente con la versión oficial de la Historia... y una policía del pensamiento... sí, el Gran Hermano, ese lugar ‘idílico’ de cuatro poderosos al que nos intentan llevar a todos con más fuerza que nunca.
Necesitamos que comiencen a caminar con fuerza las ideologías, y que pasen de boca en boca, pues los medios ya no son fiables [si es que alguna vez lo fueron], que impregnen a cada uno de los individuos y crezcan como una ola liberadora capaz de borrar de la faz de la Tierra a todos los que ven al hombre como un juego fácil.
¿Pero es que no os dais cuenta de lo que están haciendo?...
Tenemos en nuestras manos las soluciones... pero es tan fácil seguir los caminos marcados.
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