Sunday, January 9, 2011

Qué audacia microscópica...



Qué audacia microscópica la de este virus cabrón, qué capacidad de intriga celular para no estar considerado como un ser vivo, qué avaricia citoplasmática, coño, qué avaricia... y a saber de dónde vino y por qué llegó hasta mí, cómo me penetró y cómo decidió que era el justo momento... el caso es que ya llevaba yo unos días moqueando de a poquinino, estornudando a veces y sintiendo algunos pequeños dolorcillos articulares fuera de mi norma dolorosa... y de pronto, sin más, una ola de mareos leves y cortitos, un dolor de tripa intenso y unas ganas inaplazables de visitar el baño que se repetían cada diez o quince minutos... y del malestar a la escatología... a qué contar el itinerario depositivo con sus descripciones texturales... será mejor resumirlo todo en diarrea severa y ganas de matar a la puta madre del virus cabrón...
El cuerpo por dentro es una guerra [y por fuera, pero eso corresponde a otro capítulo y a otra nata], una guerra cruenta de reproducciones masivas y muertes a repuñaos, una guerra ácida y hasta sulfúrica en la que no hay piedad alguna... y yo ahí, sentadito con un libro en la mano o pintando granujadas tontininas con los acrílicos... y el virus dale que te pego, replicándose y creciendo de forma geométrica en la maquinaria de síntesis celular para transferir su dañino genoma viral célula a célula... pero si esos cabrones solo tienen un solo tipo de ácido nucleico, coño, que son como seres inválidos desde tal punto de vista, si cuentan en su cápside con una o dos putas proteinas como mucho, si no cuentan con sistemas enzimáticos propios y tienen que parasitar a las pobres células de andar por casa para poder existir y jodernos la vida... ¡coño!, si son pura simplicidad helicoidal o icosahédrica...
Pues cargado de peluches de tal calado llevo yo unos días malrespirando, moqueativo total, mareadete y cagón, y ya me estoy hartando de sonarme con Kleenex y papel higiénico, de salir corriendo a trompicones para encontrar el baño [que no esté ocupado, por Dios] y de tener esta abulia tontolina que me borra la sonrisa.

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