Saturday, January 19, 2008

Primeras impresiones sobre Manuel Pizarro.


Acabo de leer un largo cuestionario que los lectores de ‘El Mundo’ le han hecho a Manuel Pizarro [que, por cierto, tiene el tipo cara de Rouco Varela] y se me ha quedado en la cabeza la constante utilización del término ‘competitividad’ en sus respuestas junto a un olorcillo morcillero sobre la alta opinión que el colega tiene de sí mismo y el alto valor que se otorga en una perorata en la que parece estar por encima del bien y del mal.
No me ha gustado nada su forma de expresarse y menos el nivel de importancia que le da a la sociedad como cuenta general de resultados frente al hombre como individuo con problemas diarios que resolver y que sufrir.
Me temo que su mirada es más la del agente de bolsa en busca de beneficios, caiga quien caiga, que la del político con una preocupación social en la que el bienestar de todos prima sobre la imagen y el éxito personal.
Ya veremos qué nos depara este doble de Rouco con corbata.
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Tristemente no estamos viviendo un periodo excepcional del hombre [Hombre], sino más bien una época de flagrante decadencia en la que la degradación de los que la vivimos se patentiza a diario en todo. Salir de esta dinámica no me parece nada fácil, por lo que creo que nos quedan bastantes años para que este ciclo termine y comience otro para el que será necesario que el hombre asuma su capacidad de crítica y autocrítica y tome las riendas de un nuevo hacer [si esto no sucede, que resulta desde mi punto de vista lo más prudente, me temo que todo se saldará con sangre, sufrimiento y miseria].
También es cierto que no podemos ponernos en lo peor, que es lo que nos gusta: o estar muy bien o estar muy mal… el caso es que percibamos a nuestro alrededor una situación de excepcionalidad que nos anime… pero me temo que ahora no estamos en ninguno de esos momentos extremos… todo es mediocre y prosaico en estos días decadentes y nada tiene la capacidad de brillar y hacernos brillar o de poner sombra hasta el negro.
Así las cosas, la dignidad personal nos demanda algún gesto hacia fuera y hacia adentro, y es en ello en lo que debemos trabajar, en buscar signos con los que alimentar a los que terminarán haciendo la revolución necesaria, dejarles señales, marcas, huellas…


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