Saturday, January 26, 2008

Quizás estemos empezando ahora.



Quizás estemos empezando ahora, quizás estemos empezando y todo lo que ha sucedido hasta este minuto no sea más que murmullo, preparativos, listas de invitados, acumulación de viandas/experiencias para la fiesta que viene. Quizás estemos empezando… y ahora es el momento de poner la mesa para el banquete que viene a destruirlo todo. Sería bonito conocer a la novia y tirársela antes de los fastos, penetrando en su traje de ceremonia y dejando manchas de semen pegadas a la gasa y a la seda. Sería bonito meter una bomba en la bolsa del arroz y orinar en la ensalada de pescado.



Ando hoy con un collage gigantesco y me puede el cabrón, me puede porque he estado echándole un vistazo aL universo de Chema Madoz [lo hablé ayer con Alberto] y me ha dejado seco y lúcido a la vez. Después de ver la obra de un artista de verdad me quedo chiquitín y mimoso, aunque debieran darle bien por el culo por haber propiciado este atasco que tengo ahora, que no sé por dónde salir ni por dónde entrar.
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Siempre fui un impertinente con sonrisa de papel y, sin embargo, el personal me mira con cierta conmiseración… y a veces hasta con simpatía. No sé qué coño ven en mí, que enseguida se me pegan a la espalda y empiezan a hablarme de sus cosas. Hasta un crío de un poco más de un año pronunció mi nombre esta tarde en el café mientras me miraba sonriente. Otro se lo habría comido a besos, pero yo pasé del chaval y la madre me miró extrañada y me dijo… ‘Fíjate, si te conoce…’. Claro que me conoce, cómo no me va a conocer, coño, si le tiene en el bar de fulaneo desde que lo parió. Debería darle vergüenza… o no, que lo mismo es en el bar donde mejor se puede educar a un crío… yo qué sé. El caso es que andaba yo pensando en ese momento en el mamonazo de Chema Madoz [lleva todo el día amargándome con su brillantez] y el crío me distorsionó… y luego la madre… y luego la perica que daba el tiempo por la tele. Tengo yo una relación especial con las pericas que dan el pronóstico del tiempo por la tele, me ponen a cien. Suelo quitar el sonido del aparato y me deleito mirándolas cómo se muestran de frente y de perfil, cómo me silabean mirándome a los ojos… y les imagino vidas agitadas, noches tormentosas saciadas de sexo y días de lluvia en los que se besan con desconocidos guarecidas en lo oscuro.
Bien… y que me cansé y me bajé al estudio a leer un ratito, sí, a leer que las ciencias poéticas eran comprendidas como belleza y –asombroso– como ‘utilidad’ por el pitiñoso de Aristóteles, que Heráclito pensaba que solo existe el devenir, que el alma platónica se compone de razón, ánimo y apetito; que Hegel entiende que la moralidad se funda en el conocimiento de los motivos, siendo absolutamente subjetiva; que Brunschwicg indicó que el mundo del conocimiento es el único existente y que no existe nada fuera de él, y que Mauricio Blondel plantea que lo natural está íntimamente penetrado por lo sobrenatural [andaba el perico al socaire de un Dios como principio universal de todo bien –coño–].
Y luego me bebí una Coca-cola pensando en que tenía más razón Platón con todo su rollo que esos amanerados filósofos con cabeza del XIX y pensamientos del hombre de Orce. Y escuché ‘La vida en rosa’ en una vieja versión que me he bajado de internet.


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