Monday, January 7, 2008

No estamos hechos para el orden.


Comprender lo que de caótico tiene la mente humana es comprender al hombre mismo.
No estamos hechos para el orden, pero nos apoyamos en él para ir sumando piezas al puzzle que somos. Es más, si nos ceñimos al orden con vehemencia, fracasamos siempre, pues en él viven la seguridad y la previsión, y con ellos el adocenamiento de las mentes.
El hombre capaz debe ser contradictorio, descolocado, disperso… debe aprender a negar sus afirmaciones taxativas y a buscar fuera de esa línea recta de puntos severamente ordenados, debe ser convulso y diametralmente opuesto a sí mismo…
También es preciso que el hombre lanzado al mundo y a su creación [la del mundo y la suya misma] adjure de la humillación de tener que admitir que su saber viene solo de lo pensado, hecho y escrito por otros hombres, porque eso supone ponerse fronteras y acuñar límites. ¡Sí, debes sentirte humillado de no lograr pensar por ti mismo!, porque sin esa humillación no ‘serás’, sino que ‘te serán’… y partirás del fracaso e irás a él sin entenderlo [ser fracaso y no saberlo es la negación máxima del hombre… y se llama ‘docilidad’].
El valor de lo pensado por otros se hace valor en ti solo si logras trascenderlo… no si logras repetirlo.
Así visto el mundo del hombre, resulta natural ver en los planes educativos un enemigo avieso y despiadado; en los profesores que deciden y embotan los caminos de los nuevos hombres, la calamidad misma que los arrastrará a la docilidad más dañina; en los sistemas sociales, la lacra mayor de lesa humanidad que se pueda soportar.
Y es que ‘el método’ aplicado en nuestras sociedades modernas corre directo hacia la alienación bajo el engaño de la ‘competencia’ y bajo el juego perverso de la ‘competición’ [recuerdo aquí algunos textos y poemas hermosísimos y preclaros de Antonio Gutiérrez Turrión sobre los hombres competitivos y los no competitivos].
Somos fracaso porque nos ‘forman’ para ser fracaso, porque la sociedad capitalista precisa de hombres dóciles con los ojos dirigidos hacia un lugar preciso y absolutamente falso en el que ser ‘utilizados’ con perversa facilidad.
Hoy no interesan los espíritus creativos, los pensamientos singulares, los tipos conscientes de su individualidad y consecuentes con ella.
El hombre es mercadería alucinada, dólares que se mueven para amontonarse en los lugares precisados por quienes controlan esta tómbola fría y bien decorada.
Debemos ser caos para salir de este desorden artificial.

Me cuesta tanto colocar mis ideas en palabras justas cuando intento explicar mi sentido de la vida.
En fin…

ALGO DE MI ACTIVIDAD GRÁFICA NAVIDEÑA







De FUMADORAS

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