Tuesday, January 29, 2008

Estoy harto, coño.


La vida tampoco es un tormento, coño, pero así se la toman un gran número de personas. Tengo unos amigos que, si se habla de lo mejor, ellos son siempre la justa excelencia; pero si se habla de lo peor, son ellos los que más padecen y a los que les tocan siempre las cartas más bajas.
No es así.
Una vida en condiciones requiere altibajos, valles y cimas, apatía y ganas, fracaso y triunfo… y gozar con ellos como en un juego de azares en el que un día lo pierdes todo y al siguiente eres poseedor de una inmensa fortuna.
A mí me joden esas cabezas victorianas que todo lo centran en la acumulación y en la seria apariencia, esos tipos que no son capaces de caer con alegría y levantarse con tristeza… no viven, pues su norte es sufrir y hacer sufrir a los demás a base de severidad y pesimismo.
Hoy tienes y no pasa nada… mañana no tienes y tampoco pasa nada. ¿Qué diferencia hay mientras se respire?
Y a las poses, que les den bien por el culo… ¿Qué ganas con negar la voz de otros si no eres capaz de sostener la tuya, si no trabajas en ‘ser’ y solo te dedicas a ‘estar’?
Decía hace unos días Donce que soy un mimosón y que juego con alguna que otra pose… y estoy de acuerdo siempre que el asunto sea divertido para mí, que hasta ahora lo es. Donce, tomo pose cuando hablo con palabras medidas, que es la mayoría de las veces, pero no cuando dejo al verbo que salga a su bola –como lo ha hecho durante los últimos días–. Ahí soy yo de verdad, no te engañes; soy el que se cisca en los símbolos del mundo, el que pronuncia incoherencias entre palabros, el que avisa e intenta dar a la vez.
Estoy harto, coño.
•••
Qué pocas ganas tengo de salir al mundo de nuevo, y mira que mis amigos buenos me tientan constantemente con sus ‘Felipe, tío, te he pillado un espacio para recitar’ o ‘he hablado con fulano, que edita una revista chula, y me ha dicho que le envíes unos poemas inéditos, que te los publicará’ o ‘te voy a meter en un congreso que hacemos con tal o cual diputación para que impartas una ponencia’… Yo se lo agradezco a todos, pero no tengo ganas de volver otra vez al mundo de los lameculos que disfrutan dándose jabón en una mesa expuestos al público con la cara trascendente y el gesto de vaca agotada de comer hierba y rumiar. Es una cloaca llena de comemierdas que darían su vida porque el pope de turno les sobe la chepa con gesto protector. No me da la gana ya.
Y menos tener que aguantar a los imberbes que juran que se han leído todo lo tuyo mientras intentan colocarte un original con poemas de mierda de los que se avergonzaría hasta mi hijo Guillermo, que tiene ocho años.
La literatura está llena de padres priores y monaguillos pollafinas que, como buitres, están empeñados en merendarse el éxito y el dinero de la cultura con sus manos relimpias [hacerse una paja con ellas sería un pecado casi original] y con sus bocas llenas de estupideces terminológicas… más les valiera a todos tirarse a la calle, aunque fuera un par de días con sus noches, y hacer la esquina como culeros… sabrían entonces lo que es la dignidad y lo que debe ser la escritura.


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