Tuesday, January 1, 2008

Enero es un canto al exceso...


Enero es un canto al exceso en su primer tramo y un económico sufrimiento en su final. Así lo establecieron los doctos clerilegos de Trento con su ajuste diosero a los ciclos naturales, y así lo seguimos viviendo y concelebrando los ridículos humanos, incapaces de salirnos de esa vorágine montada a base de religión y economía de consumo.
Yo cumplí con el rito pagano de la cena fin de año familiar y luego lo pagué con hermosos ardores saturnales, recorriendo mi cama como un fauno sin víctima propiciatoria.
Mis hijos pusieron la alegría [incluidos Malick y Youssouph] junto a mi madre, que nos regaló a todos, junto a las uvas, unos calzoncillos rechulos para empezar el año estrenando algo.
No obstante, como protesta particular, unas horas antes de la cena me afirmé en mi ateísmo militante, renovando mis votos con justo homenaje a Jam Montoya y con la decisión de seguir descubriendo poco a poco los contravalores de una comunidad cristiana pervertida en su cúpula y en gran parte de sus bases.
Debo decir que me acosté pronto, no tanto como forma de protesta… y sí muertecito de sueño y aburrido de la infecta masa fiestera y celebradora.
Sonaban los pumpunes del Casino Obrero en mis oídos menguados por la cosa imprentera.
2008 llegó para ser otra cifra que vivir… y hoy empiezo a agotarla.

PERVERSIFICACIONES GRÁFICAS PARA EL AÑO QUE EMPIEZA







(17:46 horas) Arrojado al mundo en este día para comenzar el itinerario del año cincuenta y uno de existencia, aún no sé si la vida la marca mi tiempo o es controlada por el tiempo de los demás. Necesité cincuenta años para sentirme vencido y hermoso, cincuenta años para averiguar que la muerte es descanso y empezar a no temerla, cincuenta años para saber que la edad te hace profundamente egoísta, cincuenta años para entender que el amor es el instante en el que ruge el temblor en mi cuerpo…
Hoy vuelvo a sentirme arrojado al mundo, como cada uno de los cincuenta años anteriores, arrojado sin saber para qué ni por qué, pero arrojado a un océano de libertad imposible a causa de la conciencia propia [también de la ajena], arrojado para ser objeto subjetivo que no trascenderá porque desperdiciaré el poco conocimiento que alcance [si yo no lo desprecio, será la muerte quien lo haga], arrojado para ser origen de algo intangible y continuación de lo ya existente, arrojado para hacer elecciones constantes y así ir perdiendo la vida, arrojado para relacionarme con todo lo que llegue a mis sentidos y arrojado para interpretarlo mal o bien, arrojado a cualquier posibilidad de mí y también de vosotros, arrojado para el continuo absurdo del ‘existir’, arrojado contra cualquier doctrina, arrojado para ser presa fácil de todas las magnitudes, arrojado para la ambigüedad….
Y quiero ser este año agresivo en la palabra y violento en el gesto, ciscarme en todos los símbolos del mundo, ser artífice de razonamientos locos que me contradigan y me armen… y tener voluntad de crear… por lo menos una nueva muerte de Dios, una muerte definitiva de esa inexistencia tan dañina para los hombres. Y hacerlo sin querer ser inocente, sin serlo.
Cincuenta años para intentar esa nada feliz, pero no estúpida, a la que es posible llegar.
Nos vemos y nos lo contamos.


De FUMADORAS

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