Thursday, May 14, 2009

Ben y José María.






14 de mayo de 2009
Que volví a la lectura después de unos días en blanco y, azares del destino, los dos libros que ataqué con mis dientes afilados son rebuenos, especialísimos, mmm... “Memoría”, del amigo Ben Clark, contiene un desahogo poético original y muy bien anclado en algo que generalmente echo mucho de menos en los pretendidos poetas jóvenes, un fundamento poético sólido amalgamado a una ética hermosa con perfume de modernidad. Ben domina con facilidad y brillo el arte clásico de versificar y tiene un innato sentido del ritmo –y lo utiliza sin medida y con éxito–... y toda esa ‘retórica’ poética –la que solo conocen los que se empeñan en formarse– la alimenta con un ideario verdaderamente original que encaja como un cráneo al que no se le notan las suturas ni con lupa gorda. Un libro sobresaliente que puede sumarse sin rubor alguno a esos dos preferidos extraordinarios que siempre ruedan por mi mesa de imprescindibles... “La camarera del cine Doré” y “Adiós a la época de los grandes caracteres”... hay esperanza, al fin, en la nueva poesía española [reclamo de ya nacionalidad española para Ben, y que así sea nuestro del todo, que es jodido pensar que un joven británico escriba en castellano con un dominio que ni un uno por ciento de los nuevos poetas españoles pueden ni imaginarse]... esperanza y futuro... jóvenes que saben lo que es un verso libre, llegando a él desde estructuras cerradas y abriéndolas como sandías deliciosas, sin complejos y con conocimiento de causa.
Puede felicitarse la editorial catalana Huacanamo de haber pillado este título para sus fondos. Yo lo anoto como hito de lo que está llegando y lo dejo de ya como libro de cabecera.
Y luego “Diccionario de dudas”, de José María Cumbreño... una lección de estilo, caminito de conocimiento, sensibilidad y elegancia, acierto tras acierto y un engaño en cubierta que se concreta en dos máscaras perfectas, pues José María coloca una magnífica y extensa aforística en una colección de poesía con la inclusión como prólogo y epílogo de dos únicos poemas: “Diccionario de dudas”, con el que arranca el libro, y “Música para castrati”, con el que termina.Juro que no hay una sola página de desperdicio. Lo encontraréis en Calambur.
¿A qué más?, coño; que uno pille dos libros [ambos dedicados y con dedicatorias llenas de afecto verdadero], los lea y se dé cuenta de que ha tenido en sus manos y en sus ojos, el mismo día, dos joyas irrepetibles de las nuevas hornadas... y que encima son colegas a los que adoras como personas... y a los que ya vas a admirar siempre como creadores.
Mis felicitaciones más sinceras a ambos.
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Me escribe el coleguilla Elías Moro –excelente poeta extremeño– para decirme, entre otras cosas, que guardo un extraordinario parecido con Gene Hackman... y es verdad, coño... y me ha hecho gracia... y también han llegado a confundirme con frecuencia con Julio Llamazares.
Averigua quién soy yo en estas tomas... y está permitido opinar.








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