- La luna se puede tomar a cucharadas
- o como una cápsula cada dos horas.
- Es buena como hipnótico y sedante
- y también alivia
- a los que se han intoxicado de filosofía.
- Un pedazo de luna en el bolsillo
- es mejor amuleto que la pata de conejo:
- sirve para encontrar a quien se ama,
- para ser rico sin que lo sepa nadie
- y para alejar a los médicos y las clínicas.
- Se puede dar de postre a los niños
- cuando no se han dormido,
- y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
- ayudan a bien morir.
- Pon una hoja tierna de la luna
- debajo de tu almohada
- y mirarás lo que quieras ver.
- Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
- para cuando te ahogues,
- y dale la llave de la luna
- a los presos y a los desencantados.
- Para los condenados a muerte
- y para los condenados a vida
- no hay mejor estimulante que la luna
- en dosis precisas y controladas.
- Jaime Sabines
Edvard Munch
- La luna nos buscó desde la almena,
- cantó la acequia, palpitó el olvido.
- Mi corazón, intrépido y cautivo,
- tendió las manos, fiel a tu cadena.
- Qué sábanas de yerba y luna llena
- envolvieron el acto decisivo.
- Qué mediodía sudoroso y vivo
- enjalbegó la noche de azucena.
- Por las esquinas verdes del encuentro
- las caricias, ansiosas, se perdían
- como en una espesura, cuerpo adentro.
- Dios y sus cosas nos reconocían.
- De nuevo giró el mundo, y en su centro
- dos bocas, una a una, se bebían.
Evelyn Pickering De Morgan
Altar de luna
penetración cervical
visión envejecida por mis
ojos
la luz celebra tus ceremonias
en este cuarto en ruinas
Javier Payeras
penetración cervical
visión envejecida por mis
ojos
la luz celebra tus ceremonias
en este cuarto en ruinas
Javier Payeras
Wassily Kandinsky
Elena Pascual
Página ELENA CLÁSICA- La luna es la espectadora, sentada
en primera fila, tiene cruzadas
las piernas y se le ven las bombachas
bordadas, bajo la falda plisada.
Sueña que esa noche, el hada
del bandoneón, tocará sonatas
blancas o melancólicas flautas
o en su honor una armonía dedicada.
¡Luces... va a empezar la danza ya!,
abre el bolsito nerviosa, mira
los impertinentes, al final toma
sus lentes. Mirándola fijamente
los danzarines de un tango le dicen:
"esta canción está escrita para vos".
Elena Pascual
William Holman Hunt
- La luna brilla con ese furor ciego
- que es señal inequívoca
- de que ha llegado el tiempo fértil del sacrificio.
- Huele a la piel rayada de los tigres,
- a orquídea que se abre,
- al humus que comienza a oscurecer la lluvia.
- En un sueño de ríos y serpientes
- naufraga la muchacha envuelta en llanto
- y sus pechos recientes se estremecen
- con un temblor antes desconocido.
- La muñeca que abraza tiene los ojos muertos.
- Y el ángel de la guarda
- marca una cruz con sangre sobre sus muslos blancos.
Piedad Bonnet
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