En estos días me llegan las liquidaciones por derechos de copias licenciadas de mis obras y aseguro que me vienen de maravilla –aunque no es mucha pasta– y que, a pesar de todo lo que se pone en tela de juicio la labor de estas organizaciones defensoras de derechos de los creadores, significan para mí un caminito por el que tomar algo a cambio de lo que dejo. Ambas organizaciones me ofrecen defensa jurídica, ayudas médicas, posibilidad de becas para mis hijos y cierta seguridad contra la indigencia cuando llegue a ancianito –si es que logro llegar–. Considero que es fundamental que existan y que luchen a diario por proteger nuestros derechos.
Otra cosa es que yo decida sacar mis obras bajo copy left [que lo he hecho varias veces] o que libere su uso para actuaciones o actividades localizadas.
No me avergüenzo de pertenecer a ellas, a pesar de que soy consciente de que hay un colectivo enorme de personas que las denosta y de que significarme como me significo atraerá hacia mí miradas torcidas.
Cuando he solicitado ayuda de ambas organizaciones, la he recibido siempre con diligencia, cosa que nunca ha sucedido con algunos editores que, aún bajo contrato, me han engañado o me han negado la mayor.
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