Monday, February 4, 2008

Una con Fray Luis de León.


El viejito de siempre acabó de comer y corrió como pudo a amargarme el café. Llevaba todavía un gran trozo de piña en la boca cuando arrancó a hablar para petarme el mejor momento del día. Yo le escuché con educación, como siempre, mientras sorbía mi café calentito, hasta que me dijo –refiriéndose a que no sé quién se había presentado a un premio–: “Dime el nombre de alguno de los premios literarios importantes de Castilla y León”… Yo le contesté sin ganas que el Fray Luis de León… “Ése no es –me replicó–, pues Fray Luis era compañero mío de estudios y me acordaría enseguida”. Tuve que aguantarme el llanto ante la seguridad con la que el anciano afirmaba las bondades de tal compañerismo.
Y me sentó mal el café por tener que sujetarme, y empecé a pensar en la suerte que tenemos los humanos porque las casas tienen paredes y techo, porque en los balcones hay macetas con geranios, porque llevamos llaveros colgados de las trabillas del pantalón, porque disfrutamos de cordones para sujetarnos las gafas al cuello, porque tenemos tijeras y clips y grapadoras y agujas de coser con diferentes tamaños de agujeros para pasar el hilo… justo cuando le dejé –ya andaba a punto de estallar– el tipo se tragó el pedazo de piña con el que había acompañado su monserga.
A ver si le sienta mal al hombrito y mañana me deja tomar el café a solas, coño.

No comments:

Post a Comment