Wednesday, February 13, 2008

¿Quién importa en el mundo?


Si no sentiste nunca turbulencia, miedo, contradicción, confusión… es fácil que no puedas escribir aunque tengas las herramientas [erramientas] afiladas para ello.. pero no pasa nada, no te preocupes, que eso es estupendo… no necesitas escribir, coleguita, porque todo te va de puta madre. Tampoco es plan que te pongas a inventar una vida paralela y sufriente para parecer auténtico… que ya lo eres, no te equivoques.
¿Quién importa en el mundo? Si lo piensas bien… nadie. Los tipos cultos y sensibles son una plasta social inaguantable que solo cuentan a efectos de muerte; los apegados al paisaje y a todos sus decorados terminan siendo también eso: solo paisaje y decorado; los del trabajo callado, como mucho son números y basta; los de la risa nocturna y el alcohol son escoria relativamente bien aprovechada; los de misa y mirada al cielo son para otro mundo; los de entrepierna nerviosa terminan siendo solo carne y gusanos; los bellos son proyecto de exacta fealdad; los que escriben son tiempo perdido… En el mundo importa, como mucho, el saber capear los infinitos temporales y seguir respirando, algo que tiene bastante que ver con la selección natural, esa forma fascista e incontestable de ser.
Desde estas premisas, vuelvo a lo del carpe diem como un continuo en el que vibrar solo para uno mismo, con egoísmo hacia adentro y hacia fuera.
Ya me río yo hasta de mí mismo cuando me releo hablando de justicia y de valores… yo, que tengo y no reparto [como hacéis también vosotros]… y como me río de mí, también me río de esos otros que claman en palabras escritas por una sociedad más justa mientras se aprovechan con ambición de lo que pueden arañar, que no reparten ni aunque sea por caridad o por vergüenza, que cuando escriben de lo de los demás, jamás incluyen lo suyo en el paquete [porque es suyo, coño, y se lo han ganado con trabajo propio… y no hay sociedad que valga ni herencia cultural que pueda sumársele]… Vamos, que me dan repelús porque me doy repelús.
Y luego, para mayor gloria, esperar el reconocimiento social como hombres justos, como ejemplos de humanidad… Ejemplos de mierda, coño.
Así que, a estas jodidas alturas, estoy empezando a admirar al verdaderamente sincero, al que dice en alto: “tengo y no pienso compartir, a pesar de que sé en el fondo que la sociedad es injusta y se deberían cambiar demasiadas cosas”. Ése es el tipo necesario para empezar a darle una vuelta a este asunto de doblemoralinos que rellenan el mundo con su escoria ‘dignísima’.
Ser para uno mismo y, luego, para los demás si es que puedo sacarle algún provecho al asunto. Ésa es la verdad de hoy [y me da que la de siempre]. Y no conozco a nadie [¡¡¡A NADIE!!!] que no encaje a la perfección en esa verdad. Y por eso sospecho de cada uno de los que escriben palabras como solidaridad, justicia, libertad…
Es mejor el ‘malo’ que reconoce su maldad sin rubor, que el ‘bueno’ que esconde sus miserias entre palabras grandilocuentes.

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