Friday, February 22, 2008

Los poemas muertos


Llega el día cargado de proyectos nuevos, esas cosas que salen de pronto y sin querer [historias que siempre llegan a la vez]: posibilidad chula de gestionar unos encuentros literarios, proposición de formar parte en una magra antología de poesía española, llamada del ayuntamiento de Salamanca para participar en un libro con otros once poetas con el fin de glosar el Palacio de Anaya, propuesta de exposición [me da miedo]… y todo ello sumado a que estoy metidito en editar una antología de poesía mexicana.
Estas cosas me dan un poquito de oxígeno. Gracias a quienes las propician.
A mí, lo que más me gustaría ahora sería hacer un largo viaje a Perú, un viaje en solitario para perderme entre sus ruinas. ¿Será posible?
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Ya tengo claro que ‘yo escribo poesía’ [es una claridad tranquila], y si alguien quiere tomarla para utilizarla, pues estupendo… me da igual quién y cómo [antes me mordía las uñas por estas cosas, pero ya no, ya me da absolutamente igual. He madurado en eso]. Mis poemas dicen y estuvieron vivos para mí mientras iban diciendo… luego mueren inexorablemente y me toca los cojones lo que el personal haga con esos despojos, cómo los utilice, cómo los interprete… no escribo para vivir [aunque sí vivo para escribir], y escribir me hace un superviviente.
Desde este punto de vista, mis poemas ya no son míos justo en el momento en que los mato…
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Esta tarde presentaré en Salamanca “Cartapacios”, de Aníbal Núñez. Estaré junto a Marino González, Fernando R. de la Flor y Germán Labrador. Me apetece un montón volver a rozarme con ellos, tomar unas cañas y mirarlos moverse… como me apetece hablar un poquito de Aníbal en la casa de Aníbal.

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