Tuesday, February 5, 2008

Creo que ayer me sentó mal la piña.


Youssouph llegó esta mañana a verme con un disgusto considerable, pues alguien cercano a la cosa de sus papeles le había dicho que lo tiene muy difícil y que por lo menos hasta el mes de noviembre no habrá solución para bien o para mal. Mi negrito tiene todo en regla y entra dentro de dos supuestos legales para obtener su permiso de residencia: por arraigo [lleva ya el tiempo que establece la ley empadronado en Béjar] y por colaboración desinteresada con entidad pública [ha trabajado durante un año y medio como voluntario traductor en un centro de acogida de menores inmigrantes en la comunidad extremeña]. Parece ser que todos sus males vienen de alguien con la misma ideología que el viejito que amarga mis cafés, un tipo con prejuicios raciales que quiere utilizar a mi chaval como excusa electoralista para hacerle daño a otros.
El tipo seguro que jamás se ha visto sin ropa y muerto de frío en el centro de un océano, que no lo ha perdido todo y se la ha jugado a vida o muerte, que no ha estado sin nada en un país extrajero en el que no conoce el idioma ni las costumbres… solo fobia a un color de piel y actitud despectiva hacia una procedencia [puñetero racismo].
Youssouph habla tres idiomas [inglés, francés y castellano] y cinco dialectos africanos, tiene una formación humanista importante y ahora mismo está realizando un máster sobre cooperación internacional. Tiene también varias ofertas de trabajo por su calidad personal y por su eficiencia demostrada como trabajador en los diversos campos en los que se ha podido mover junto a nuestra organización [no puede aceptarlas porque no tiene la reconocido legalmente su estado]… y necesita comer todos los días, dormir bajo techo y estar aseado… ¿Qué problema hay, coño?… un tipo que nos da cada día a los que le rodeamos mucho más de lo que nos merecemos, que quiere trabajar y sabe hacerlo para colaborar en el avance de nuestra comunidad, que ha regalado su tiempo hermosísimo a una institución española con felicitaciones allá donde puso su mano… ¿por qué le joden de esta forma?, ¿para qué?
En fin, que ‘odié a la generación’ del viejito que me jode los cafés, ‘tan hecha, tan fácil, tan soberbia... tan banal.
Nada más llegar a casa tiré del bote de bicarbonato. Creo que’ ayer ‘me sentó mal la piña’.
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Existe cierta obscenidad litúrgica en mis palabras, y lo sé, y juego cada día a una ceremonia del aborrecimiento.
También soy el malvado Maldoror y podría llevar sobre mi cabeza el embudo de los locos o un altar en el que parodiarme, porque soy el no-hombre quieto en la noche que se mueve con toda la velocidad de sus alimañas. El no-hombre en el no-exilio, el meticuloso delirante, el centro indeterminado, la razón hipnotizada, el detestado de antemano, el colmo seco de la incertidumbre, el arpa que corta, el solitario fecundo, el extraviado, el deshonesto embriagado, el hombre clorhídrico, la gloria de mi casa y el corindón de mi abuela.
Ahora busco el lugar intermedio, ese espacio nebuloso en el que esperar a que todo devenga doloroso o pleno de gozo… a pesar de que sé sin certeza que ese todo es una nada de protones buscando reposo.

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