Thursday, February 21, 2008

Sobre cierto derecho señorial.


Hoy me volví a levantar asténico. La falta de curro –estos días del año son terribles en el mundo imprentero– y el tener que sujetar la situación económica en un ‘mientras tanto’, me dejan tiradito y se me viene a la boca cierta sensación de moral laxa… siempre acompañaron a mis momentos de tedio unas hermosas ganas de gritar o de hacer el amor sobre el lavaplatos [he dicho ‘unas hermosas ganas’, solo eso]. Y que me intento quitar el picor leyendo un ratito y escribiendo otro ratito, que en ese lugar común de intimidad encuentro siempre cuerpos mágicos en los que arder y situaciones en las que desnortarme un ratinín.
Hoy volví a meterme en Nietzsche. Lo busqué justo cuando andaba sintiendo que hoy estoy algo más allá del bien y del mal, y lo busqué con complicidad y con la mirada pícara de quien sabe cómo desubicar soluciones dadas para lo aristocrático y llevarlas al terreno de la carne normal y corriente –que hoy es la mía–. Y me llegó esa cosa de que ‘el auténtico derecho señorial es el de crear valores’. ¡Magnífico! Crear algo que ‘valga’… recrearme como algo que ‘valga’… ¡Ja, ja, ja, ja…! [qué mal quedan los ‘jas’ en un texto].
El caso es que me vestí de entusiasmo por un ratito e imaginé cómo podría ponerme en valor físico… vamos, ponerme en el mercado de la carne dispuesta y predispuesta… y me hice un rápido análisis: tripilla regular que aún aguanta dos minutos de retraimiento intentando buscar sus líneas abdominales, pectorales caedizos con cierto tiempo de reacción [me encanta tensarlos de vez en cuando para sentir un tironcito en la espalda] y nevados de un hermoso vello blanco, bíceps voluminosos que vienen recordando lo que fueron [es lo que mejor ha permanecido desde aquel entonces hecho de dos horas diarias de entrenamiento físico], piernas delgadísimas con sus canillitas llenas de señales [pareciera que mis piernas no pertenecieron nunca a este cuerpo], el colgajo descansando siempre en su lugar de sombras y la cara impresa de años sobre años como un viejo palimpsesto… ¿Cómo cojones ponerme en valor físico?… ¿quizás mirándome con/como pasión y sazonándome con cierto sentimiento de libertad?
Otra cosa es que el valor en el que me busco propicie alguna inspiración ajena… y eso lo veo tan difícil como rejuvenecer.
•••
Admirar a alguien supone cierto convencimiento de que podremos concretar en nosotros también ese valor admirado, pero también implica el temor de no poderlo concretar nunca.
•••
Es curioso cómo sabemos que vivimos engañados, pero con qué sed necesitamos ese engaño para sobrevivir… quizás porque en ese mar de falsedad quizás sintamos cierto alumbrarse en una eternidad inexistente, pero necesaria.
•••
Hay en muchos tipos un solucionario que podría hacer que fueran grandes hombres, pero falta oportunidad y se van perdiendo sus posibilidades [que son posibilidades del Hombre]. Solo unos pocos gestionan ese conocimiento y buscan y encuentran a algunos de esos tipos extraños que contienen en sí cada uno de los nuevos pasos del hombre en el mundo… los explotan y los silencian para tramitar en moneda su enorme valor, y luego los dejan tirados en alguna cuneta con esa asquerosa sensación de napa en la boca: Capitalismo/capitalistmo.
•••
Buk, el clarividente, decía de Ginsberg [Ginsburg, lo llamaba] que no había conseguido una obra consistente que empujase en alguna dirección… “Es posible que pueda ser más ACTIVO que la hostia, pero cualquiera puede ser ACTIVO, el lechero puede ser ACTIVO, pero el trabajo de poeta –si ha de ser ACTIVO– consiste en serlo a través de sus poemas.”.
Yo también soy más ACTIVO que la hostia.
En fin.
•••
El mundo está lleno de ‘educadores’, de maestrillos empeñados en enseñarle a los demás cómo se deben hacer las cosas… a mí me joden un punto, porque sé que hay una educación propia como hay un amor propio, y a esos pericos debieran colgarlos por los huevos durante una noche entera, al raso y al oreo.
Se aprende mejor solo [y observando].

No comments:

Post a Comment