Monday, September 1, 2008

Esos hornos de Fuping... y sus jodidos horneros...

Antes de entrar al horno.

“No te mando imágenes de los fracasos por la simple razón de que no quiero verlos cada vez que abra tu diario. Es puro egoísmo. Estoy todo el día tratando de conseguir algo medianamente interesante, pero ni yo ni la mayor parte de los que aquí estamos obtenemos resultados. Las piezas, antes de entrar al horno tienen buena pinta, pero la pifian constantemente. No logramos hacernos con el control de los hornos, no nos dejan y una y otra vez cometen los mismos errores. Además cambian los materiales sin previo aviso y lo que en pruebas funciona, en la pieza final no sale.
Es una situación completamente surrealista.”

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Hoy no tengo noticias, Albertillo, pues estoy mojicón otra vez, con la salud flipando conmigo a base de puñeterías que me traen medio desesperado. Estoy francamente agotado por el duro trabajo de las últimas semanas y me duelen esquinitas que ni sabía que estaban en mi cuerpo.
¡A la mierda!
Y me cisco en lo efímero, y me aburro de pensar en Ítaca, porque ya es demasiado camino para mí [aunque sé que mañana o pasado estaré en otro tono y mis palabras de hoy me harán parecer un gilipollas]; y odio a los que fueron a la playa y no han vuelto todavía, y juro por Belcebú que me la trae al fresco todo lo inexorable…
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Noto que me descoso por las noches y no duermo demasiado bien, y en el tranvía viejo en el que viajo solo [el tranvía de las sábanas] se me cruzan fantasmas que no conocí nunca y otros extrañamente familiares. Pocas veces en mi vida había recordado mis sueños al levantarme, pero ahora lo hago cada día de las últimas semanas.
Mis sueños son en un alto porcentaje lúbricos y libidinosos, casi carnales, y en ellos hay siempre un rito telúrico mezclado con la carne [que no sé de dónde coños sale siempre, pero aseguro que es carne de primera calidad]… luego hay otros, algo más esporádicos, que siempre tienen lluvia y chaparrones. En ellos soy como una voz en off que no se moja y veo desde arriba a los soñandos corriendo a refugiarse donde pueden… menos una mujer con un vestido negro que camina tranquila y me sonríe [su rostro, indefinible]… también sueño con un pedazo de queso rancio sobre una mesa vieja, y no hay ventanas ni lámparas, pero existe una luz muy tamizada que lo hace como un cuadro de Durero [nada se mueve en ese sueño]… y hace dos o tres noches soñé con Ángel González abrazado a mi cuello y caminando solos por una calle incierta… me decía al oído: “tanto la quise yo, que me quedé sin ella”… y yo no entiendo nada.

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