Tuesday, January 27, 2009
Blandos, blandos, blandos.
27 de enero de 2009
El ashkenazí, el sefardí o el mizrají son partes de lo judío que se enfrentan a veces con radicalidad y que otras veces se unen con ambición para tomar por la sangre y el fuego lo que estiman suyo por sagradas escrituras. Todo un juego de fuerzas en el que se utiliza la espiritualidad con perversión para obtener poder sojuzgando.
Al otro lado de ese fanatismo, reside un fanatismo trabado en la miseria y la pobreza insultante, un fanatismo de oprimidos y masacrados que crece a su bola, a lo bestia... el fanatismo islámico.
En medio, el mundo, aturdido por lo falso, destruido por lo virtual, deshecho por el acomodo, permitiendo el hambre y la sed sin vergüenza alguna... caras bien lavadas por el óbolo que limpia más que un kilo de Ariel Ultra, carne blanda de matadero... blandos, blandos, blandos.
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Tomé la huida dibujando un ratito. Era una huida de mí, de ese yo que recibe llamadas absurdas de abogados sicarios, llamadas que suenan a amenaza, llamadas que supondrían presión para un mortal común salpicado de la moral establecida, pero que a mí me tocan los cojones [hoy me llamó un tipo de esos –tenía la voz joven– para explicarme que sabía de mi demostrada voluntad de pago, pero que si en un plazo de siete días no hacía alguna entrega a cuenta, tendría que tomar medidas serias. Yo le hablé del monte frío y nevado, de mi hijo llegando al cole con el tiempo justo, de que hay que comer todos los días... le hablé también de una poética de la sonrisa y hasta le propuse que escogiera mi tono. Muy amable –los educaron bien a estos hijos de puta–, me pidió que evitara cualquier tema que no fuera al respecto de la factura pendiente con su empresa. Respiré hondo y le hice referencia exacta a lo que yo pensaba de su llamada infame. Le expliqué, sin morderme el labio ni la lengua, que el mamón de su jefe robaba a manos llenas con productos que, como poco, tenían el valor real de veinte veces menos de lo que él me cobraba... que con ese dinero probablemente se permitía putas caras cada noche mientras cegaba a su mujer con joyas increíbles y viajes de ensueño... que aquí andábamos pasando las de Caín porque otros como él ya decidieron no pagarnos nuestro trabajo desde hace meses, que no hay mayor desgracia que siendo un pobre paria te agaches a besar esos pies de mierda y vivas de prestado amenazando a tipos como yo, que nos peleamos cada hora de cada día por sacar adelante un negocio decente... me cortó muy airado y me dijo que tomaría medidas. Me despedí pidiéndole que me enviase a la mayor urgencia las de su miembro lacio para que, por lo menos, en esta puñetera miseria en que nos tiene, pudiéramos reírnos y hacer chanza. Colgó, y yo aún no entiendo que lo hiciera. Es probable que en unos pocos días reciba un burofax con sus medidas. Lo contaré, lo juro].
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Como intento de poeta que soy, me declaro depositario de todo el gran arte poético del pasado e intento un compromiso estético e intelectual constante en el que mis palabras no busquen llegar a ser un arte superior, sino que se muestren decentemente deudoras de ese gran arte, reconociéndolo como parte inexcusable de mis propuestas poéticas [poetizando desde una ética, ¿no?]. Solo de esta forma llegaré a una meta personal que pida continuidad en otros.
Mientras, los sauces reposan su invierno como arañas quietas.
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