Thursday, January 8, 2009

Busca el infinito.


8 de enero de 2009
El tiempo juega siempre con lo vulgar para convertirlo en extraordinario... así se crea un mapa de la memoria sobre el que realizar el juego creativo, ya que todo parte de la repetición hasta el tedio, del olvido y de la recuperación ensoñada de lo que se perdió.

Anoche te llamó Antonio Gómez, viejo F, y percibiste enseguida que latís con un mismo corazón, que provenís del mismo pozo y vais juntos hacia la misma estatua de sal. Te hizo gracia que te contase que está escribiendo mucho, pero que a nadie le interesa, que todos se quedaron con su propuesta antigua [cuando fue nueva, reían], esa cosa de la poesía concreta en la que Antonio ha logrado ser émulo avanzado de Joan Brossa, e incluso superarlo con algunas propuestas sorprendentes de alto valor creativo. Es así la vida, viejo... los pimpollos humanos solo saben arder en lo asimilado y ponen caras raras ante lo que está creciendo.
También me reí, viejo, cuando te habló de que está ilusionado por lo que ha de venir mientras comparaba tu edad con la suya [siete años mayor que tú] y te decía que tienes ventaja para animarte a asistir a los saraos pendientes en algunas de las esquinas de la piel de toro literaria. Tú le dijiste que pasas de viajar, como un ancianito cansado, y él cambió de tema para decirte que los jóvenes formados que intentan meterse en el mundo de la literatura y el arte no tienen vuestro poso de empeñados autodidactas locos, ni los años de lucha al pie de la palabra, ni las cicatrices de todas esas guerras libradas.
Quedasteis en cambiar cromos de nuevo, como hacíais entonces, y me gustó escucharlo.

Busca el infinito siempre en lo que hagas, siente que no llegas, que no acaba nada... busca el infinito con sed y no desees consumarte en un estilo ni en una sola estética. Ábrete a todo y no lo busques trivial, porque se haría ideología, y eso es malo... pero eso no quiere decir que no debas ser partidario de la facilidad. Vivir es tan fácil como morir... espera apostado a que te entre la próxima pieza, y no la mates, déjala seguir mientras miras su paso voluptuoso entre los matorrales.

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