Monday, March 23, 2009

Aprendiendo a quererme...


Persisten las descargas eléctricas en mi zona lumbar y me siento como extranjero en este cuerpo descoyuntado que envejece a saltitos a días y a trancos a semanas. No estoy mal, pues aprendí a asumirme hace bastante tiempo y sé llevar mi descenso con un poquito de teatro y algunas sonrisas para esconder las muecas [siempre me gustó exagerar algo mis expresiones de malestar, patentizarlas como el bufón que soy en un juego de sonrisas y aspavientos tragicómicos]. Lo que peor llevo es el constante empeño ajeno en que me medique, ese galeno chamanero que le sale a cada uno cuando te ve el dolor en la cara… algo que, por otra parte, es de agradecer por lo que contiene de afecto y deseo de que te sientas bien.
A mí, sin embargo, siempre me interesó indagar en la arqueología del dolor, dejarlo que suceda para probarme en él, tramitarlo con intención de conocimiento y sentirlo como proceso personal de crecimiento… en esa arqueología también me interesa mucho que el cuerpo se entrene y se autorregule, que sepa recuperar su latido natural sin ayuda y aprenda poco a poco a considerar la normalidad del dolor en sus diversas intensidades… y del dolor siempre aprendo a quererme más, a saberme vivo y a valorar cada uno de mis sentidos y mis órganos con un enfoque que no se tiene cuando el dolor no existe.
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Llegaron Mayca y Manolo con un par de regalos que me han puesto entre tiquitiqui y paleontólogo… Mayca, con una hermosísima edición de “Problemas”, en la que son protagonistas el poeta amigo Miguel Florián y el ilustrador Santiago Sequeiros, una edición que es un auténtico gozo para los sentidos, en gran formato y a dos tintas magníficamente aprovechadas [rojo y negro]… y mi Manolillo con una botellota/matraz de esos preparados alquímicos suyos de los que tanto había oído hablar a quienes le acompañan en sus salidas camperas [huele de mareo y sabe a ambrosía olímpica [mil gracias a ambos por acordarse de mí con tanto afecto].

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