Thursday, September 17, 2009

Cansado...


Cansado… estoy cansado de ser la muchedumbre y sus conversaciones, un ser de lo ‘ordinario’ que juega a marchitarse sin saberlo, una pieza pequeña de esta monotonía que nos hace parecernos tanto, tanto… y no sé si los relojes se paran o caminan, si suenan los teléfonos para mí o los perros me ladran por las calles, no sé si aquella camisa blanca para las ocasiones llegará a ser mi sudario y si alguien llorará por mí… no sé por qué me sobrevuelan los aviones y si lo hacen para que yo los mire [cada día veo sus estelas de vapor evanesciéndose en el azul]… no sé si los guardias se ponen sus guantes blancos para rendir mi paso o si los domingos la gente no trabaja para celebrarme… tampoco sé por qué te miro y pienso que me gustaría tocarte, apretarte contra mí… no sé si los árboles del parque los plantaron para que me dieran sombra, si la luna está ahí porque la precisan mis ojos cada noche, si el refrigerador enfría justo porque yo existo… y me pregunto quién mató a los animales que me como [eso es conciencia, me han dicho]… y toco los libros de los estantes para sentirlos escritos para mí, y brotan las voces prohibidas del ‘Song of Myself’ de W. W. … “voces del sexo y del apetito, voces veladas… voces indecentes, clarificadas, transfiguradas por mí… La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte… y cada parte de mí es un milagro”… en fin, perdona si te molesté pensándome el centro del mundo, perdona si me sentí con el cetro del mundo entre mis manos por un instante… pero no he matado a nadie aún [y eso se debe tener en cuenta] y tengo una cama sobre la que dormir y sé qué hacer cada mañana y estoy limpio, pues me lavo los dientes y me ducho a diario, y pago con trabajo mis impuestos, aunque aún no tomo diuréticos ni me vigilo el azúcar o la sal [algo que no parece normal para un tipo de mi edad]… perdóname si tengo calefacción y miro el fútbol, si como cada día y tengo contratado algún seguro… perdóname, en fin, si un día leí a Ginsberg o a Ezra y llegué a pensar que la Literatura es otra cosa que ese talento para lo bello, para oxidar lo bello, que también es la espina y la aguja que se clava en el dedo de la mujer que cose… perdona que también aprendiese un día a apiadarme de los que tienen más fortuna, de los que tienen dinero en vez de amigos y se aburren… perdona que no me corte el pelo como los tipos decentes de 51 años ni que vigile mis cuentas en el banco mirándome la espalda… perdona que me gusten las mujeres con medias y los cruasanes y ver fumar, y fumar yo mismo, mientras siento que mi salud no es de lo peor que tengo… perdona que cante en alto y que me apetezca retozar sobre la hierba y que mantenga está barba blanca en su sitio… perdona que no me apetezca humillarme jamás, que prefiera a los hombres que andan entre verduras arando la tierra antes que a tipos como tú [que lo hacen todo en una silla]… perdóname, en fin, que no se me ocurra rezar como solución práctica, y que a veces me apetezca gritar que soy bastante porque ya he procreado y no suelo cerrar las puertas con llave casi nunca… ¡ah!, y que no me tapo la boca con la mano cuando estornudo.

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