Monday, September 14, 2009

Silencio...


Silencio tácito en el fragor blandito y falso de la ‘supremacía de la mayoría’… silencio tácito ante las oligarquías que no saben de democracia interna, pero que se valen de la democracia para auparse en sus columnas de poder… silencio tácito ante la ficción que han dado en llamar ‘democracia’… silencio tácito ante los que se ríen de todos desde su inmunidad… silencio tácito ante esta jodida falta de una izquierda real [no esa pretendida aspirina política que solo sirve para calmar la conciencia política de los que aún tienen un puntito de conciencia]… silencio tácito ante los embaucadores populistas… silencio tácito y ser solo espectadores del mercado político… pero también desánimo… por algo se empieza, ¡coño!
Y los antiguos progres [la que yo creía ‘mi gente’], ya vacíos de cualquier ideario que no sean su estatu y sus cositas, machacando a los cercanos con esa ‘autoridad moral’ que les viene dada por aquella progresía, machacándolos en los centros sanitarios, en la escuela, en las universidades… justificando todo el desastre con su retórica de utópatas…
Silencio tácito ante la falta de libertad individual y colectiva… silencio ante el poder mentiroso de la prensa… silencio tácito ante la anulación de toda disidencia para que trepen y se ubiquen los ‘listos’ del sistema… silencio tácito ante esta grosera falta de calidad social e individual… silencio ante la creciente mediocridad de todo lo tocado… silencio ante el racismo diario, ante la propaganda [hoy han dedicado doce minutos del telediario de la cuatro a hablar de las bondades del vino… y después han hecho un panegírico sobre las maldades del botellón]… solo voces ante las pequeñas disidencias… voces, palos, prohibiciones, sobreimpuestos… silencio ante el intercambio [tú me votas y yo te doy lo que me pidas], silencio ante las poltronas universitarias, ante los tronos bancarios, ante los virreinatos urbanísticos… silencio ante el clientelismo político y económico… silencio, silencio, silencio tácito cada mañana y cada tarde, cada jodida noche…
Piense un poquito el vulgo, el triste pobre de atar… piense si tiene sus necesidades básicas cubiertas, si lo que le reconoce la Constitución está cumplido… piense, coño, piense… y procese y póngase a hacer… y que no quede todo en una miserable declaración de intenciones.
Estamos en el siglo de la ‘utilidad’, en el que la sensación de tiempo perdido viene de no haber aguantado anoche hasta la cinco de la madrugada o no haber podido ver la serie de las once en la tele del salón… utilidad de lo inútil, utilidad creada por el gran capital para explotarnos mientras nos conservan adormecidos en el subempleo y en la necesidad consumista, en la insatisfacción constante y magníficamente moderada…
Hay motivos para iniciar una revolución social… pero no hay gente dispuesta… ¿o sí?

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