Monday, September 28, 2009

Si pienso...


Si pienso, si trajino en darle vueltas a las cosas, si me enredo en cavilar sobre un sentimiento, una forma, un estado… es porque tengo hecha en mi cabeza una idea sobre ‘la verdad’ y asumo la posibilidad de su existencia… y eso es bueno, porque la consideración de que existe una verdad me lleva a activar la razón, a estar alerta, a buscar… así pues, estoy encantado con la idea orteguiana de que ‘hay que tener fe en la verdad’, porque ello me lleva al pensamiento [al superficial y al profundo]… lo que menos me gusta de todo esto es que en el proceso siempre se esconde una voluntad de trascender, y eso lleva en demasiadas ocasiones a un estado narciso insoportable. Así, creer en la verdad se torna una responsabilidad muy interesante en el proceso de vida ‘utilizada’.
Otra cosa es andarse enredando en los vericuetos de si la verdad debe ser objetiva o solo debe formar parte [la parte final] de la racionalidad… ahí confieso que me pierdo, pues las verdades racionales no suelen ser objetivas y las verdades objetivas suelen perderse en el subjetivismo de la racionalidad [todo cambia según el referente de partida… hasta el referente, jeje].
Y yo suelo preguntarme lo que sigue:

– ¿Elaborar teorías sobre la verdad no es mentirse de partida? [algo no es verdadero si solo ha sido pensado]
– ¿No es la verdad el momento vivido, el que se está viviendo? [algo solo es verdadero si sucede]
– ¿Por qué confundimos verdad con exactitud? [nada hay más difuso que la verdad]
– ¿Existen verdades diversas para una misma acción?, ¿cuál es la verdad exacta entre esas verdades diversas? [la verdad es subjetiva porque las valoramos y las aceptamos los sujetos]
– ¿La verdad es experiencia de la verdad o es también constatación y dudas, aplicando un método para su conocimiento? [quizás no exista una verdad universal]

Y qué busco yo con todo esto… ¿certezas?, ¿verificaciones?, ¿límites?... o solo busco entrenamiento mental que en sí mismo le dé sentido a mi vida de hombre… quizás mi verdad sea ese estado constante de ejercicio del que no voy a sacar conclusiones, pero con el que voy a estar en una forma mental aceptable.
Conseguir pensar, y hacerlo, es quizás el más extraordinario suceso que puede sucederle a un hombre, no como una función productiva [a eso llegan pocos y por casualidad], sino como una función fundamentalmente saludable.
Los tipos de hoy visitan el gimnasio con asiduidad, sacrifican horas de su tiempo en preparar su cuerpo sin una finalidad clara [aunque bastante tiene que ver en ello la bioquímica del sexo], se dan palizas tremendas recorriendo montes al trote o pedaleando sin parar en esos artefactos terribles de dos ruedas y dos pedales… y se descompensan porque no saben que una de las partes más importantes de su salud y uno de los componentes fundamentales de la belleza reside en el ejercicio de pensar… la experiencia cotidiana de la comprensión debería ser recetada por los médicos, tanto o más que el ejercicio físico…
Así como nuestra sociedad cataloga a los pensadores exclusivos como seres inválidos para la comunicación física… y se ríe de ellos en las plazas públicas con auténtico sarcasmo [es cierto, pues la mayoría de ellos son auténticos minusválidos físicos]… también debiera argumentar caminos de doloroso sarcasmo para quienes solo practican el culto al cuerpo, esos especímenes musculados que apenas dejan unas micras de su cuerpo para ser utilizadas en el entendimiento más básico.

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