Felix Vallotton
Rainer María Rilke
- El otoño deja atrás tantas cosas
- los árboles lo eligen para despojarse
- y volverse línea,
- red,
- circulación pura
- para llegar al invierno transformados
- en ríos de fibra que desembocan en la tierra
- y así unirse con su oscura mitad subterránea.
- El otoño desestima el color verde
- y transforma a los árboles en antenas
- que cargan de energía a la batería del mundo
- en los meses de silencio.
Carlos Ardohain
- Señor: es hora.
- Largo fue el verano.
- Pon tu sombra en los relojes solares,
- y suelta los vientos por las llanuras.
- Haz que sazonen los últimos frutos;
- concédeles dos días más del sur,
- úrgeles a su madurez y mete
- en el vino espeso el postrer dulzor.
- No hará casa el que ahora no la tiene,
- el que ahora está solo lo estará siempre,
- velará, leerá, escribirá largas cartas,
- y deambulará por las avenidas,
- inquieto como el rodar de las hojas.
Rainer María Rilke
Matsuo Basho, Haikus
" Un viejo estanque;
se zambulle una rana,
ruido de agua.
A una amapola
deja sus alas una mariposa
como recuerdo.
Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.
Habiendo enfermado en el camino
mis sueños merodean
por páramos yermos. "
se zambulle una rana,
ruido de agua.
A una amapola
deja sus alas una mariposa
como recuerdo.
Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.
Habiendo enfermado en el camino
mis sueños merodean
por páramos yermos. "
Thomas Benjamin Kennington
- " Te quería, lo sé.
- Lo supe luego, cuando tu ausencia reposó mi sangre.
- Pero andaba la lepra del deseo tan aína en el labio
- que iba a decir -estrella-,
- y se trocaba en madrugada de coñac y sombra...
- Y ahora que vuelve el viento de las cinco
- a levantar castillos en mi frente,
- y las nubes de otoño arremolinan tu recuerdo
- en el cuenco de mi mano,
- necesito vestir mi voz de tarde
- con citas y alamedas de domingo,
- para decirte, amor, cómo te quise,
- cómo te quiero todavía,
- aunque sé que mi voz ha de perderse
- en el largo sahara de tu olvido... "
Julio Mariscal Montes
- Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
- Córtalas a destajo, desaforadamente,
- sin pararte a pensar si son malas o buenas.
- Que no quede ni una.
- Púlele los rosales
- que encuentres a tu paso y deja las espinas
- para tus compañeras de colegio.
- Disfruta
- de la luz y del oro mientras puedas y rinde
- tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
- que va por los jardines instilando veneno.
- Goza labios y lengua, machácate de gusto
- con quien se deje y no permitas que el otoño
- te pille con la piel reseca y sin un hombre
- (por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
- Y que la negra muerte te quite lo bailado.
- Luis Alberto de Cuenca
- "Por fuertes y fronteras" 1996
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