Monday, December 17, 2007

San Benedicto de la Cruz Gamada y su ‘Spe salvi’.

Encendido ando con la lectura zorola de la encíclica ‘Spe salvi’ que ha lanzado Ratzinger Z [Benedicto Mari para los colegas] a sus masas anestesiadas, en la que se alza como líder espiritual galáctico anatematizando la justa modernidad que nos llegó desde la Reforma, las revoluciones burguesas, las genialidades de Nietzsche y el solidarismo de Marx. El tipo, que bien pudiera haberse llamado Benedicto de la Cruz Gamada [por principios y por finales], habla de ‘la ley natural’ como de algo propio de la iglesia católica y, para más inri [bien traído el término, ¿eh?], le suma al asunto un invento poco menos que ridículo, dice: ‘la moral de la ley natural’.
Que yo sepa, la ley natural es inexorable por cabronamente selectiva: el débil al hoyo y el genéticamente fuerte a reproducirse como un cosaco [débiles son para la naturaleza los no competitivos –me acuerdo ahora de algunos escritos magníficos de Antonio Gutiérrez Turrión sobre esta tipología humana-, los recesivos, los tullidos, los viejos, los heridos y los vencidos]. La ley natural procesa exterminio para las especies que no se adaptan al medio y a sus cambios, y lo hace sin más, sin misericordia, sin compasión alguna… de ahí puede ahora hacerse una idea el lector de cuál es la ‘moral natural’.
Pero lo mismo es que el poropopó vaticano quiere volver a la estética Borgia [en todo menos en el arte, que el santo mindundi es un hortera redomado] y gobernar el mundo con esa cosa suya de ‘la culpa inexpiable reside en darse el hombre por sí mismo sus propias leyes’ [¿quién cojones nos las va a dar?, ¿acaso Dios por la boquita piñatera de Ratzinger?… a eso le llamo yo totalitarismo fascista y complejo de rey de reyes].
El estigma es su santidad, y no el resto del mundo, coño.
Que nos deje en paz el agrio petimetre con tíara y casulla, que se dedique a disfrutar de todas sus posesiones terrenales [las mejores parcelas de cada una de las ciudades y pueblos de medio mundo, las mejores edificaciones, las joyas más valiosas, el arte más caro, las inversiones más groseras en las más/menos reputadas multinacionales, la Banca Vaticana y todos sus etcéteras, que son múltiples], que se olvide de embriagar a los ‘pobres’ con ese cáliz milmillonero del ‘sufrid y ganaréis el cielo’.
Queremos el ‘Paraíso ahora’*, Bene, igual que tú lo disfrutas, no que nos des sermones y que nos metas más miedo del que ya nos da tu amiguito Bush y sus sicarios.
Paraíso ahora*, ¿entiendes, tío?… Ahora, coño, ahora

* Gracias a Paolo Flores d’Arcais por su artículo de hoy en ‘El País’ y gracias a Pablo Guerrero por la expresión prestada.

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20071130_spe-salvi_sp.html

De FUMADORAS

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