Me llega divino el correo con una antología poética que devuelve a mi memoria al inefable [y magnífico poeta] Antonio Manilla y a Manuel Piña [ambos son los antólogos]. Es ‘La casa del poeta’ [ed. La bolsa de pipas], una magnífica recopilación de poemas/poetas alrededor de la casa. Me encanta verme de nuevo en letra impresa y nada menos que rodeado de un montón de buenos amigos de letras y de otras muchas cosas [están ahí Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas, David Torres, Jesús Urceloy, Jesús Zomeño, Joseph Mª Rodríguez, Jorge Riechman, Antonio Orihuela, Andrés Neuman, Eduardo Moga, Pablo García Casado, Luis García Montero, Miguel Florián, Enrique Cabezón, Juan Luis Calbarro, Felipe Benítez Reyes, Juan Antonio Bernier, Javier Almuzara… y un montón de voces hermosas y vivísimas.
Lo leo con avidez y me gusta la edición y su contenido, me gusta mucho.
Mil gracias a Antonio y a Manuel por contar conmigo en este proyecto.
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Lo ideal no es humano, porque la calidad de lo humano es lo imperfecto. Y es en la imperfección donde obtenemos el brillo humanista que nos redime… y es también afirmación del hombre su justa imperfección.
Y la imperfección parte siempre de los sentidos, de cada uno de ellos y de todos a la vez: una vista que sólo es capaz de percibir en ciertos niveles de vibración de la luz, un oído que se deja escapar el noventa y nueve por ciento de los sonidos [con el fin de que no nos volvamos locos], un tacto que apenas roza la sensación y lo hace con rudeza, un gusto aparcado en una estrecha franja de sabores y un olfato mentiroso y pacato… con estos mimbres intentamos expresar o/y procesar cada una de nuestras ideas, de tal forma que la imperfección es un continuo, pero un continuo que nos permite la creación, la superación, la mejora… y es ahí donde encontramos materia para arder y para seguir.
NOTAS VENIDAS DEL FRÍO DE HOY
• Ya nada será revelado, porque el misterio está en mí y solo yo puedo ser capaz de hacerlo asomar.
• Nada será inspirado, porque solo en el error está el acierto.
• Nada será, porque ya ha sido antes.
• Todo lo involuntario me pertenece tanto como lo voluntario, y la suma de ambas calidades del hecho me hacen y me deshacen, no otra cosa.
• El verdadero símbolo está en mí y vivir es ir descubriéndolo.
• La miseria es propia e intransferible. Uno la gestiona y se la come como a un hijo, la muestra o la esconde, la niega y es en ella.
• No hay un placer de lo concreto, pues el placer siempre viene del azar. Quien sabe no obtiene placer, porque el saber es final, terminación, muerte. Quien camina hacia un conocimiento sí está en un proceso de placer.
• La necedad es una condición previa a la maldad absurda, a la vida perdida. El necio debe ser eliminado de cualquier sistema social.
• Que tu mano tiemble no es una debilidad, es una falta de pericia o el signo de una duda. Todo puede aprenderse.
• El futuro es lo que tú harás, nunca lo que yo he de hacer. La propia vida lanzada es siempre presente.
• Todo lo que existe debe ser aniquilado para dejarle hueco a lo que deba existir.
• El desprecio es arbitrario siempre que no sea desprecio hacia uno mismo.
• Renunciar a lo que arbitra la lógica por una idea de Dios es también renunciar a la justa naturaleza de las cosas. Quien cree y no pregunta es un ser por debajo del hombre.
• Cómo me relaciono yo con las cosas y cómo se relacionan las cosas conmigo son las preguntas que tienen capacidad de completarme.
• Enfatizar lo que nos rodea es un engaño que nos lleva a la moral, que es otro engaño devenido del anterior. Apreciar sin admiración y sin idea de posesión parece un principio fundamental para armar una nueva idea social.
(17:52 horas) Salí esta tarde al frío para fotear la sierra, que hoy apareció nevada hasta su falda y con una nube reblanca y algodonosa pegada a la superficie que semejaba el chantillí que mi abuela Antonia ponía sobre la galleta maría que remataba sus natillas. Toda una delicia para los ojos, que de vez en cuando se despistaban con el vuelo elegantísimos de las cigüeñas recién llegadas a retomar su periodo europeo.
El frío incidía en mi entrepierna [que ya anda buscando su primer enfriamiento invernal] mientras los Testigos de Jehová trasegaban con sillones de color corinto en esa suerte de traslado de su Salón del Reino que llevan haciendo desde el final del verano [se van de la zona noble católica de la ciudad hasta un nuevo barrio del centro… el personal prospera hasta sin trasfusiones [transfusiones].
La luz era cambiante y jugaba en la sierra a joderme las tomas o a hacerlas absolutamente divinas, y me metí tanto en el juego que ando ahora medio cistítico y tosedor, pero no importa.
Al volver a mi estudio para sopesar las tomas, recordé que por la mañana había ido al centro médico para conductores con el fin de renovar mi carnet y me arrojaron a la cara un ‘ha perdido usted el diez por ciento de audición en el oído derecho y debe mirarse con regularidad la tensión, que la tiene bastante alta’… Primero pensé en lo riguroso de mi edad, pero luego encontré razones para medio engañarme: mi principio de sordera proviene del ruido de la imprenta y la tensión alta fue producida por las dos carreras que tuve que echarme desde la Plaza Mayor hasta el Centro Médico de Conductores porque primero olvidé mi carnet de conducir caducado y, luego, mi carnet de identidad… y encima subí los tres pisos por la escalera y al trote [tengo pavor a los ascensores que no son el mío]…. Vamos, que estoy de miedo, magnífico, atlético y casi competitivo.
El asunto se solucionó con 52 euros y, como guindita molona, encontré mi carnet de donante de órganos, el de donante de sangre, mi pasaporte y la cartilla de vacunación internacional [todo lo había dado por perdido hace casi un año].
Llegué a mi estudio, procesé mis fotos y fui como cinco veces al urinario para hacerle honor al jodido frío bejarano.
De FUMADORAS |
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