El principio, que es por donde hay que empezar, se fragua en la compra de mi piso hace ya la friolera de 26 años, con la jodida mala suerte de que caímos en el exacto momento en que la empresa constructora, propiedad de la familia Matas [creo que la empresa se llamaba ESMASAN], se fue a pique.
De aquella circunstancia nos vinieron mil problemas debidos a la baja calidad de los materiales y al desastroso trabajo constructivo del edificio. Para empezar, los cimientos están bajo el nivel freático, por lo que tenemos una pequeña laguna que precisa el uso constante de una bomba que extraiga el agua de escorrentía a las canalizaciones públicas [esta circunstancia es también provocadora de olores desagradables que se extienden por los primeros pisos del edificio en épocas de sequía y cuando llegan las primeras lluvias]… padecimos también durante bastantes años el mal aislamiento de fachada, con las consecuentes y nocivas manchas de humedad procedentes de los días de lluvia con hostigo, lo que nos obligó a realizar una obra de cubrimiento de fachada con chapa metálica que nos costó un jodido ojo de la cara a los vecinos… y ya no hablo del escandaloso ahorro de material de la finada empresa en toda la construcción interior [el resumen, hasta este punto, es que tuve que reconstruir mi piso entero con nuevos materiales para poder tener el hogar digno que quería para mi familia, lo que supuso en su día un gasto mayor que el coste inicial del piso].
Hace unos años, cinco o seis, que no lo recuerdo bien, notamos todos en la casa que nuestra salud decaía, nos venían vómitos y todos soportábamos molestos dolores de cabeza e irritación en los ojos, lo que me llevó a investigar las razones fuera de la salud particular y a averiguar que nuestros males procedían de una intoxicación por monóxido de carbono emitido por la caldera y, además, por zinc, ya que uno de los quemadores calentaba directamente una placa de zinc que tenía encima y que había sido colocada en una reparación por un operario de la empresa instaladora de la caldera. Tome rápidamente mis decisiones y cambié la caldera por una nueva, la mejor del mercado en aquel momento [de la marca Junker]. Pues bien, al irme a instalar la nueva caldera la empresa de representación oficial de esta marca en Béjar, los operarios vieron que el tiro del edificio estaba construido de forma irregular y, además, contenía escombros de obra, lo que dificultaba la ventilación de la vivienda. Ante tal circunstancia, y contando con la ventaja de vivir en el último pido, decidimos abrir una chimenea directa al tejado, de tal forma que mi casa quedaba con un tiro individual, nuevo y directo hacia el exterior [aquella operación ya me costó medio millón de pesetas, que no era broma]. Con este arreglo y la nueva caldera, mi casa quedó ‘perfecta’ para habitarla y disfrutarla [debo contar que tengo un contrato con Repsol y que cada año pasa un técnico a revisar el estado de mi instalación, dejándome un informe en el que acredita el perfecto estado de mi caldera]… o eso creía yo hasta hace dos semanas.
Y aquí empieza la historia reciente que me trae a mal traer. Se intoxican mis vecinos y eso atrae como moscas a las instituciones que ‘se preocupan por nuestra salud’. Al día siguiente del suceso, llega un técnico de Repsol a medir el monóxido de carbono que emite mi caldera. La lectura es correcta, pero me indica que debe cubrirse las espaldas y que va a hacer un informe negativo sobre el tubo de salida de gases, que según él no tiene el ángulo que indica la ley… y emite su informe indicando que dicha irregularidad es grave, solicitando en el mismo que se me precinte la caldera [yo le pregunto que qué debo hacer y me indica que llame a una empresa instaladora y que me cambien el tubo… hago lo que me dice esa misma tarde, y la empresa instaladora me indica que mi tubo es correcto, que no necesita cambio alguno]. Bien, pues a los dos días se presentan dos técnicos de Repsol de nuevo, vuelven a hacer mediciones de monóxido de carbono y dan correctas, les indico lo que me ha dicho la empresa instaladora y me reconocen de palabra que tienen razón, pero vuelven a hacer un informe negativo de mi instalación y se largan tan frescos.
A los dos días aparecen por mi casa un par de inspectores de Industria de la Junta de Castilla y León con el informe de Repsol en sus manos. Mirán mi instalación y reconocen de palabra que está bien, que es nueva y está cuidada, que sale al tejado directamente y que no tiene peligro, pero emiten un acta par a la de Repsol y me dicen que haga los arreglos indicados o me la sellan… y vuelvo a llamar al instalador, y vuelve a venir a ver mi caldera, y me vuelve a decir lo mismo, que la caldera y la instalación están en perfecto estado, sumándole que el arreglo que me solicitan es imposible de realizar.
Pues pasada una semana, pásmense, amigos, se presentan siete tipos en mi casa a la hora de comer [cinco de Repsol –ingeniero incluido– y los dos inspectores de Industria], y traen en sus manos una orden judicial para sellarme la caldera [me descojono, porque mientras me la entregan vuelven a decirme de palabra que la instalación es viable], a lo que me niego y se levanta acta allí mismo de mi negativa. La verdad es que ese día yo estaba pasota y simpático a la vez, así que puteé un poco al personal entre sonrisas. Me dijeron que vendría en unos días con una orden taxativa del juez para cortarme el gas, a lo que yo les respondí que me avisaran con tiempo para tener cervecitas para todos y algo de picar [sonrisas de algunos y carita de cabreado estupor en un par de ellos]… el caso es que se marchaban ya de mi casa, cuando me dijo el inspector: “¿Sabe usted cuándo están en casa los vecinos de 6º B?” [antes me había metido una charleta sobre que ellos velaban por mi salud y por la de mi familia]. Yo le contesté que vivían en Salamanca y que solo venían a Béjar algún fin de semana… “Pues cuando los vea les dice…”… No le dejé terminar y solapé mis palabras en las suyas contestándole: “Imagino que ustedes velan por la salud de mis vecinos también durante toda la semana, incluidos sábados y festivos… así que no hay problema, ¿No?”. Y se largaron los siete magníficos con la cara rara.
Lo peor es que me he tenido que gastar hoy tresmil jodidos euros para cambiar mi caldera atmosférica Junker por una igual, pero estanca. Y todo sin tener que hacerlo, solo para que esos tipos de chaqueta y corbata salvaguarden sus pecosas espaldas inspectoras e ingenieras.
Mierda de Navidades con sus siempre lo mismo… ya no me queda un puto duro para gastar en viandas। Mierda de esmasanes, mierda de repsoles, mierda de pepones inflados de pasta por vender calderas nuevas a los que ya las teníamos [en mi edificio hemos cambiado todos los vecinos nuestras calderas… lo mismo hay alguien que se lleva comisión de esto, coño].
De FUMADORAS |
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