Sunday, December 2, 2007

Correr con un croissant en la mano.


Me levanté animoso esta mañana y la primera mirada al paisaje me puso mejor todavía. Una niebla mágica y espesa estaba entrando poco a poco en la ciudad por el sur, se comía lentamente el puente gigantesco que da entrada a Béjar por aquel lugar. Bebí mi leche matinal [chocolateada, por supuesto] totalmente acelerado, tomé mi cámara y volé con un croissant en la mano hasta la muralla para ver si llegaba a conseguir algunas tomas de esa niebla magnífica… y lo logré.

Más de setenta imágenes quedaron archivadas en la memoria de mi cámara y me acerqué hasta mi estudio para procesarlas y descubrirlas. No quedó un mal trabajo.


Luego volví a mi cuadro nuevo [ayer lo empecé con auténtico frenesí], un retrato femenino de 1,20 x 0,70 metros que me he empeñado en realizar tomándome tiempo e intentando salirme de mi jodida prisa por todo [también hacer este retrato me tiene de muy buen humor]. Ando ahora en fase de manchas, trabajando solo con negros, cremas y celestes; y quiero que sea el retrato de una sonrisa preciosa y abierta a la vida. A ver si soy capaz de conseguirlo trabando de nuevo la técnica que manejaba con soltura hace años y encontrando el puntito de poesía necesario para darle el justo ‘clin’ [en su decurso han caído ya siete paquetes de Chester y unas 18 latas de Coke].



(12:54 horas) Recibí de manos de Paco Ortega la maqueta final del disco de Jesús Márquez en el que participo con varios temas [acabo de escucharla entera un par de veces y me gusta mucho]. Paco me pide que haga un texto breve de presentación del disco [el mes que viene estará en el mercado editado, creo, por Universal] y me parece que debo hablar por una parte de la voz llena de matices de Jesús, de su duro decurso vital y de su empeño en la música desde que colaboró con Lole y Manuel, de su maestría con la guitarra y su fuerza en el directo… y por otra parte de la sensibilidad aunada en este trabajo que convoca a poetas que nadan entre los cuarenta y los cincuenta [exceptuando un bellísimo tema de Juan Ramón Jiménez], la hermosa labor de composición de Jesús y el cuidado constante y erudito de Paco Ortega… un disco lleno de amigos a la antigua usanza de los cantautores setenteros, con palabras que dicen sin pasar por el jodido lugar común, con palabras de amor, de amistad, de tristeza, de muerte, de purita sensibilidad.


A ver si tenemos suerte en nuestro primer trabajo discográfico, amigos. Creo que nos la merecemos porque hemos puesto el alma en él desde el primer día, hemos echado el resto para ofrecer un resultado digno con una voz sobresaliente y una música muy adecuada.
Recordad, colegas, el nombre de Jesús Márquez… sonará mucho el año que viene.
(17:04 horas) Andaba hoy la lunática como perdida por el desierto de piedra que es la Plaza Mayor bejarana, caminaba en zig-zag, se detenía, volteaba su cabeza y gritaba improperios a una nada de 8º centígrados [las lunáticas miden la temperatura en grados Celsius]. Había una media luna en el cielo azulísimo tirando su mirada cenital hacia nosotros y enseguida pensé que era su influjo el que la traía desquiciada. Temí pasar a su lado, pero debía hacerlo para llegar hasta mi estudio. Cuando apenas me separaban dos metros de su cuerpo, se giró y me dijo: ‘Conozco a tu padre y a tu madre, Comendador, y conocí a tu abuela… ellos siempre fueron mucho mejores que tú, que tienes la mirada rara… hay algo dentro de ella que me espanta… ¡vete!… ¡corre!… ¡no me mires!’. Yo pasé de largo, sin hacerle caso con mis gestos, pero temiéndola por dentro. Ella salió corriendo y se perdió camino arriba, por la Calle Mayor.
Y desde ese justo momento no hago más que pensar en lo que puede haber de espanto en mi mirada. Hasta me he pasado media hora observándola en el espejo del baño… pero solo encuentro tristeza.
(18:21 horas) Tan jodido me ha dejado la lunática, que he perdido el norte de mi mano derecha y todo se hace caos. Intenté retomar mi retrato con la idea de marcar las manchas de los labios y me resultó imposible. Después de seis intentos entré en crisis, tomé mis ceras y emborroné toda esa zona de la cara… en tal estado de nervios he tenido un golpe de clama, he recogido mis pinturas y he tapado el cuadro hasta que vuelva a tener un buen ratito. La moza me ha hundido.
•••
Me gustaría saber algo sobre el tiempo que vendrá a poner peso sobre mis huesos, saber qué será de esta rodilla que pasa el día adormecida [me da la impresión de que está muriendo despacito], qué será de mi cabello despeinado y de la piel de los brazos, qué será de mis ojos y de mi vientre, cómo caerán los días sobre mis versos y cómo aguantarán mis párpados abiertos las noches que me resten.
Me gustaría saber si todo mi mundo acabará en ruina o tendré alguna posibilidad de dejar algo para la tranquilidad de mis hijos, si escribiré el poema preciso, el que busco desesperadamente.
Me gustaría saber y, sin embargo, sé que no es preciso más que saber lo que pasó ya para averiguar lo que ha de venir… y haciendo el análisis, me convenzo de que todo lo que llegará ya me resulta indiferente.


De FUMADORAS

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