Wednesday, December 5, 2007

No soy un gran lector.



No soy un gran lector como, por ejemplo, Antonio G. Turrión o mi amigo Braulio García Noriega, pero no puedo negar que le echo algunas horas diarias a la lectura, fundamentalmente de noche y los fines de semana. Lo que sí puedo afirmar es que soy un lector heterodoxo que no le hago asco a casi nada en un principio, pero que suelo tener muy claro a los cinco minutos de lectura si quiero seguir o abandono. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que no me interesa nada la novela y muy poquito el cuento [apenas abro libros de estos palos], que me apasionan los diarios de escritores, que braceo sin demasiada soltura [pero con mucho ánimo] en la filosofía antigua y moderna, que me encantan los ensayos sobre Arte y que leo toda la poesía que cae en mis manos [la poesía tiene la ventaja de que se puede leer en tapitas o de tirón y, lo haga como lo haga, siempre logro encontrar intensidad lectora… me basta un receso en el trabajo para abrir un libro y leer un par de poemas].
Soy, por costumbre, lector de muchos libros a la vez, manteniendo siempre sobre mi mesa varios libros de relectura y algunos de lectura nueva.
Ahora ando enredado con ‘Cartas en torno a la conquista de Hispania’, un trabajo que me está gustando del colega Juan Carlos Aguilar; ‘Pulir huesos’, una antología que reúne a 23 poetas latinoamericanos seleccionados por Eduardo Milán; ‘Poemas puros. Poemillas de la ciudad’, de Dámaso Alonso; ‘Poesía árabe y poesía Europea’, de Ramón Menéndez Pidal y ‘Apócrifos’, de Ángel García López… estos como de nueva lectura. A ellos sumo mis diarios de cabecera, a los que suelo hacer referencia constante en estas páginas [Pavese, Diego Fernández Magdaleno, Alejandra Pizarnik, James Boswell]; ‘Verbalia’, de Marius Serra; ‘Aforismos’, de Leonardo da Vinci; un par de libros de Charles Bukowski, la poesía completa de Frank O’Hara, los dos libros de poemas de Abraham Gragera, ‘La caja de plata’ de Luis Alberto de Cuenca, la poesía completa de Ángel González, la de Mario Benedetti y la de Blanca Varela, el diario de José Luis Morante, ‘La camarera del cine Doré’, del amigo Carlos Martínez Aguirre y un par de libritos de Fernando Beltrán… Así está justo ahora mi mesa de trabajo [súmensele el diccionario de la RAE, el ‘Manual de Estilo’ de Martínez de Sousa, las obras completas de Nietzsche, las de Catulo, ‘¿Para qué sirve el Arte?’ de John Carey y ‘El arte de amar’ de Publio Ovidio Nasón].
Y así voy picando, cambiando libros de los estantes a la mesa y de la mesa a los estantes, leyendo y releyendo, buscando y rebuscando según me vienen poemas o versos a la memoria… Vamos, que como lector soy un purito picaflor.










Amigo/a anónimo/a, te dejo unas tomas de mi biblioteca 4ª y última. Espero que te sirva.

De FUMADORAS

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