
¡Que le den bien por el culo a Bobi Dy… y que viva Bob Dylan, coño!
Por decir algo bueno del zorolo cantor, pues que le queda aún esa voz ronca con caída final que siempre me pareció una delicia para mis oídos.
Y si a todo esto le añadimos que el cacagüé venía rodeado de matones que perseguían con auténtica mala folla a los que osábamos hacer alguna foto de lejos con nuestro telefonillo, pues no te quiero contar.
Y después del ‘perrea’ Dy, llegó Amaral a salvar la noche, pues no se puede negar que son auténticos profesionales y se toman el rollito en serio [por comparación, Dylan pareció el telonero de Amaral]. La verdad es que yo no soy muy amaralo, aunque me gusta la voz madura de la moza y un par de canciones me hacen ‘rintintín’ [creo que no hay mucho más que rascar, aunque reconozco que tienen una magnífica puesta en escena y suenan bien]. Me reí un montón cuando Adrián soltó aquello de ‘tío, la perica parece una manga pastelera’… o aquello otro de ‘¡joder, qué rollo, si todas las canciones son bonitas!’ [un punto interesante el Adri cuando le llega la acidez a las palabras, define con potencia y se queda tan pancho].
En fin, que me quedé con ganitas de haberme llevado la Nikon con el tele grandote [si me la hubieran pillado los seguratas, me la meten por el culo] y de haber sentido el mito cabalgado las venas de la frente… pero no pudo ser y llegué hecho un perrete a eso de las cuatro de la madrugada para dejarme caer en mi cama como una loncha de queso.
Punto y coma [del coma saldré un día de estos, digo yo].






























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