Sunday, June 15, 2008

Mi mesa se queja.

La caja “RAPID” de liar cigarrillos me mira desde el servilletero robado como pidiéndome uso, pero mi mesa es un desastre desde hace meses y no me apetece sacarla de su espacio de olvido. Haré una lista de las cosas que contiene para ver si me animo a colocar un poco:

• Un CD del Ministerio de Presidencia con el Expediente nº 1.112 que contiene todo el proceso del asesinato de mi abuelo Felipe.
• La tarjeta del tapicero decorador Joaquín Peromingo.
• El disco de Diego F. Magdaleno, “La Soledad sonora”.
• Una nota escrita a lápiz en la que pone: “Gonzal Escarpa buscar gmail / Cereijo / Julia / Gabriel / Deportes / 630 / 030 / 4 / 6 / 364” [nunca entiendo mis notas urgentes y quedan sobre la mesa como esperando a ver qué sucede].
• Una servilleta con la dirección de Tomás Salvador González.
• El distintivo de estacionamiento ORA con validez hasta 2008.
• Una carta con notas en su envés: “ 1-2 agosto / 6BANDAS / otros espacios / logos Pieldetoro 150x60 / Elliottplaza / (¿) / 7 fotos logos grupos 9FCCyL” [a saber de qué va la cosa].
• Un papel mal cortado con lo que sigue: “27 Guadalajara Nov. / SONORA-20.21.22 / 13.14.15 / 23 / Reserva Hopi /242526Monterrey-DF-Guadalajara” [será mi viaje a México, digo yo].
• Una tarjeta de Alicia Martín Pozuelo en la que pone a bolígrafo “Sulleylapluma.es”.
• Un Pentel Color Brusch verde.
• Un depósito de gasolina para Zippo “Premium Lighter Fluid”.
• Mi memoria USB Transcend.
• Mi móvil Motorola apagado [siempre apagado… le odio].
• Mis dos mecheros Zippo alineados.
• Las dos gafas de ver.
• Un cutter marca Olfa.
• Cinco lapiceros diversos, tres bolígrafos, una pluma de punto grueso y un rotulador Edding rojo.
• 16 mecheros desechados por mala impresión serigráfica [la mayoría ya no es capaz de darme fuego]
• Dos paquetes de Chester [uno con dos cigarros y el otro entero].
• Una lata de Coke abierta.
• Una bolsa de chiquitillos de anís [también llamados tetillas de monja].
• Una foto con Carita Boronska [los dos muy risueños].
• Tres enormes montones de libros apilados a mi izquierda [cuento exactamente 87 volúmenes sobre mi mesa], entre los que destaco la obra completa de Oliverio Girondo, los aforismos de Leonardo da Vinci, los diarios de Valéry, Pizarnik, Bukowski, Zenobia y Pavese; un libro de alquimia y mística, “El ser y la nada” de Sartre, “Tristes” de Ovidio, un poemario de Ana Blandiana, los pensamientos de Miguel de Unamuno, tres libros de Cumbreño, la revista Litoral dedicada a los ‘pasajeros’, la obra poética de Elena Martín Vivaldi, el diccionario RAE en dos volúmenes, un libros sobre Balthus, el “Dédalo e Ícaro” de Haldane y Russell, la poética completa de Valerio Catulo, “Sobre el estilo” de Demetrio, las obras completas de José Miguel Ullán, “Palabras para un cuerpo” de Gonzalo Alonso Bartol, “La camarera del cine Doré” del colega Aguirre, “La luna e i Falò” de Pavese…
• Tres sobres con tres trabajos de imprenta que tengo en maquetación.
• Un servilletero robado.
• La máquina de liar pitillos que me regaló paquito Ortega.
• Mi Imac blanco con su teclado lleno de ceniza.
• Un cenicero enorme de cristal.
• Un disco duro externo Lacie.
• Una impresora de sobremesa Epson Stylus.
• Un teléfono fijo Panasonic.
• Un flexo negro con tres intensidades de luz.
• Cables a mogollón.


Y todo sobre una mesa de cristal de dos metros por uno que ha terminado siendo mi vida entera, porque sabe contenerme en su hermoso desorden cada minuto.

•••

Suena “Canta tu nombre en mis oídos” de Malevaje y pasó el mediodía como algo impostergable y desnudo. El día pasa y nada más… ¿qué puedo hacer? Pasa desnudo en un ‘pa mí la vida tiene forma de mujer’, mientras el hombre común pone en su cara de orangután un gesto pretendidamente humano [al fin y al cabo es la voluntariedad de un gesto]. El día pasa sin más, mientras el gran teatro del mundo suena en su oscurecimiento global [esa sinrazón que hace que la evaporación sea menor en términos globales y que los estudiosos que no saben predecir qué tiempo hará pasado mañana en mi pueblo, se arriesguen a predecir qué va a suceder dentro de un par de siglos en el mundo enterito], en las torvas miradas de los beodos mandatarios OPEP, en el seísmo último que arrugó la Tierra o la melopea yankee del minusválido Busch.
Nada, no pasa nada que no haya pasado antes, ni siquiera una esperanza de horizonte.
Y percibo mi encanto discreto en soledad, intentando no apurarme con todas las imposiciones vanas de los hombres y gustándome en esta pose ecuestre, sentado en mi sillón de escritorio como una ele minúscula y conformando el quorum en la academia de mí mismo. Sencillamente, hoy no necesito tampoco a los demás… …pero escuchar tangos me pone [me encantaría saber bailarlos, coño, y a veces lo intento con mi sombra] y me sublima… “Qué es tu vida, amiga mía, / si ya no tienes pasiones, / si no te queda deseo, / si se acabó tu ilusión; / si perdiste tus zapatos / en la última carrera, / si perdiste los sentidos / en ese postrero amor. // Al darte la media vuelta / viste que estabas tan sola / que únicamente sentiste / un nudo en el corazón, / y al mirar hacia lo alto / viste que no había estrellas, / que se escondía la luna / y que se fundió el farol. // Solo quedaba la noche / tan negra como una ausencia, / y ese frío que te hería / como un puñal vengador. // En un momento cruzaron / por tu recuerdo otros días / cuando alegre y desdeñosa / jugabas con el chaval; / lo engañabas cada día, / te reías en su cara, / te gastabas su dinero / en timbas y en bacanal.” [‘Solo quedaba la noche’ (Tango de Antonio Bartrina con música de Oswaldo Larrea)]… y el nicho empieza a abrirse y yo me pongo el frac y la corbata estrecha, y busco en mis heridas alguna cruz de ayer, y me hago todo insomnio por apurar el trago, y festejo en mis uñas todo lo improvisado, y juego a recibir lo que no puedes darme, y me hago cocodrilo hasta ratificar el cataclismo, y busco en los vagones un asiento vacío, y doblo mis camisas, y me desmenuzo como un pescado recién servido.

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