Monday, June 2, 2008

Crónica a medias.


Lo de ayer en El Encinar fue para nota [por bonito y natural], a mayores de que el viajecito propició que abrazase a Jesús Málaga y a su estupenda esposa [son unos tipos entrañables a los que admiro y quiero de verdad] y que quedásemos para el encuentro PAN en Morille.
De lo demás, boca abierta de asombro y mil sonrisas. Marché hasta allí acompañado por Antonio G. Turrión, Youssouph y Guille [los dos últimos se vieron durante el viaje, entre carcajadas, la primera entrega de ‘Mortadelo y Filemón’ en el DVD del coche]. Al llegar a El Encinar nos esperaba Alpha –el senegalés kilométrico [mi abuela diría que es más largo que un real de hilo] que convoca entre sonrisas y buen rollo a una comunidad enterita de senegaleses, marroquíes, argentinos, colombianos, brasileños… alrededor de un proyecto intercultural hermosísimo que lleva adherida la construcción de escuelas en África junto a los encuentros diarios de inmigrantes para conseguir que las cosas resulten más fáciles.
Nos abrazamos y, enseguida, You puso en marcha su maquinaria de relaciones públicas, de tal forma que negro que veía, negro al que abrazaba, charlaba con él como si lo conociera de toda la vida y nos presentaba entre sonrisas después de una perorata indescifrable en su dialecto. Vamos, que conocí a toda la negritud helmántica en menos de media hora, destacando al colega Chej [no sé si se escribe así su nombre], que ya había hecho migas con You en Béjar por tener un puestito fijo en el mercadillo de los jueves. Un café viendo triunfar a Contador en un bareto y vuelta a la plaza intercultural para ver cómo se remataban los preparativos del evento [las pruebas de luz y sonido en el escenario]. En ese impás, comenzaron a abrir las casetitas de los diversos países y Guille estuvo muy vivo para probar la leche de frutas senegalesa junto a sus empanadas y sus dulces, el mate argentino [hirviendo] y las pastitas con dulce de leche, el té marroquí y el cordero con almendras, el dulce bebedizo saharaui… y comenzó todo con música africana y alegría, con el personal bañado en colorido y risas y con You moviendo el esqueleto como en las pelis de Trazán [una de esas danzas que hacía los pigmeos cuando andaban cocinando al explorador con salacot en una perola enorme].
Yo creo que mi chico vio a las senegalesas con sus trajes tradicionales [eran reguapas todas] y se puso a doscientos y sin freno, dándole forma a los pumpunes de la música… que hasta saltó al escenario y dejó boquiabierto al personal con su brincos acompasados y plásticos. Disfruté viéndole feliz, coño.

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