Tuesday, February 24, 2009

Reivindicación de Francis Bacon.


24 de febrero de 2009
Parto de la verdad tangible de que no tengo ni puta idea de Arte, pero también de mi preocupación constante por mirar y por hacerme un criterio personal que camine hacia una estética. Soy mal escritor y peor pintor, soy un diletante mediocre y un tipo gris que intenta procesar lo que ve como intento de camino de conocimiento... con poco éxito, por supuesto.
Pues bien, desde estas premisas, me considero deudor de Picasso y de Otto Dix, de George Grosz y de Klee, de Eduardo Arroyo y de Rothko, de Oskar Kokoschka y de Luis Gordillo... y también de Francis Bacon.
Ayer leí una entrada en el blog de la coleguilla Adu en la que mi amiga comienza así:

“Francis Bacon mejor se hubiera dedicado a jugar al criquet después de un generoso desayuno a base de huevos con su apellido. Mucha boca abierta sin ser el grito de Munch (flies don´t go into shut mouth, Mr. Bacon) muchos flemones, alguna persiana, y poco rasgo he visto del que se pueda deducir que dominaba la técnica. Reconozco que yo ya iba (mal) predispuesta por los comentarios de dos personas de cuyo criterio me fío: María A (María, recuerda: après la pluie…) y Miguel (“lo mejor de la vida es gratis”). No hubiera sido tan dura si hubiera visto una evolución en su obra, pero no. Mala cosa, artista que no se mueve... “.

Y no estoy de acuerdo con su valoración simplista y delegada [María/Miguel] –todo dicho con asunción de buen rollito de sus opiniones y en plan coleguitas–, porque algo muy importante en la propuesta pictórica de Bacon es su planteamiento filosófico de la creación artística [algo que también puede verse en los otros pintores que he citado], su voluntad de ir más allá del hecho plástico, su capacidad de decir y su empujón crítico [siempre pensé que cuando un creador excede lo concreto y sale a buscar con hambre, la técnica es solo accesorio que bien podría ser descartable]. Y a eso le sumo una propuesta original que, sí, Adu, evoluciona desde sus propuestas primeras –hay, por tanto, evolución–, que son herederas de Picasso [ver “Studies for Figures at the Base of a Crucifixion”, de 1944], de Goya [Ver su “Dog I”, de 1952], de Velázquez... hasta encontrar su voz propia, en la que, claro, abunda hasta agotarla y agotarnos... una voz propia que a mí, sinceramente, me atrae muchísimo.
Como decía, lo que más me interesa de Bacon es su planteamiento filosófico, su estudio de la soledad y del dolor, su magnífica visión del mundo distorsionado del hombre y de su carácter efímero... una visión que comparto y de la que me alimento, una visión que me impulsa a interpretarme en el mundo y fuera de él.
En lo particular, me atraen con verdadera pasión esas presentaciones sobre fondos planos divididos en dos colores [suelo copiarlas mucho en mis pobres dibujos y, sobre todo, en mis collages –alguno adquirió Adu para regalar que partía de esa base–], me vuelven loco las figuras sugeridas en desplazamientos vivos y sueltos de pincel, el movimiento que sale del interior de las figuras y estalla... me fascinan las deformaciones de cuerpos y rostros, pues me sugieren una inexpresable y terrible lucha interior.
En definitiva, Francis Bacon supone para mí el prototipo de la pintura esencial capaz de estremecerme, de no dejarme frío... y lo encuentro unido a un montón de momentos literarios y poéticos que me sirven de hitos en el duro camino de las preguntas sin respuesta.
Por todo ello salgo al paso del texto de Adu, por eso y porque considero que debo ser fiel a quienes me han dado impulsos sin saberlo, a los que han sido capaces de hacerme pensar y preguntarme sobre lo que sé de mí. He pasado muchas horas quieto, mirando los cuadros de Bacon que contienen mis libros de arte y asombrándome de los pensamientos que han ido generando en mi cabeza.

ADJUNTO ALGUNAS IMÁGENES DE OBRA DE LOS PINTORES CITADOS AQUÍ, OBRAS QUE ME ASOMBRAN.

















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