Sunday, February 1, 2009

La ciudad concisa.


Hoy, el viento hace de Béjar una ciudad concisa para el paseante, que se mueve a escondidas o a tirones sorteando las ráfagas mientras busca el refugio siguiente. Acechan las tejas como francotiradores y la enorme banderola de la Hospedería Real me lleva a un tiempo de lepantos...
Béjar es así todos los días, aunque no sople el viento con esa avaricia de llevárselo todo, y hay que vivirla a escondidas y a tirones, sorteando las ráfagas de insanía mientras buscas el refugio siguiente. Cada bejarano es un francotirador esperando a su víctima... y hay una calma chicha infinita que ha dejado los velámenes como sexos ancianos.
Y del parte de guerra diario... hoy queda el vómito que me hizo saltar a media noche de la cama con un ardor de estómago insoportable –con la edad, las resacas se hacen largas de cojones–, los dolores comunes –soportables–, las calles desabridas conteniendo esta crisis que aquí ya es infinita... y un olor a que nada es fiable ni contiene futuro [lo decía siempre don Alberto Segade tras sus gafas de pasta].
Y me acordé de pronto de Pepe Hontiveros, de esa actitud de hacer y salir adelante que siempre lleva encima, de ese tener recursos para todo y para todos, de esa capacidad constante de imaginarse el mundo y buscarle las vueltas. Quizás sea el prototipo del hombre necesario con cintura y recursos constantes [junto a otros que pongan en valor una actitud serena y reposada para hacer la mixtura imprescindible]. Pensándolo bien, conozco a pocos tipos como Pepe [y no es darle jabón, pues, como todos, tiene también sus luces y sus sombras]; sus virtudes son claras: arrojo, decisión, capacidad de ver que la ilusión tiene esquinas reales, audacia, millones de recursos para salir airoso, ardor en lo que hace, creer mucho en sí mismo y saber con fijeza que un paso debe darse para que todo crezca... Pepe es un poco el contrapunto de don Alberto, pero en el fondo existe algo par que me admira en ambos.
Quizás la solución esté en aunar trabajo sin ver ideología en cada gesto, pillar a diez hombres capaces que piensen en términos de acción/reacción, con mirada pragmática y gesto ilusionante... y lanzarlos al ser de cada día para que lo modelen. No sé... lo tengo poco claro... no sé si hacemos bien pensando tanto y permaneciendo quietos... no sé si ‘pensar’ en la mejor opción es lo peor, porque, mientras pensamos, todo va sucediendo.
En fin, que hoy hace viento... y todo sigue igual en la ciudad concisa... y esta resaca larga me indica que no vuelva a salir de parranda en unos meses.

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