Saturday, April 12, 2008
Irreverente y blasfemo [un intento].
Saber tu infinitud oscura en alguna sala hipóstila de hoy y ocultarme en tu longitud y en sus columnas para ser un acecho, sin permitir la entrada de Amaterasu Omikami más que por un resquicio de la piedra y así ser la justa sombra… o pasear Tikal y tumbarme en lo alto del templo del Gran Jaguar esperando el rito del puñal en las entrañas y apretando la sangre en un vaso votivo para guardar en la nevera de mano… o ser un monje calvo en Ise Jingu y en un tantra sentirte más adentro que adentro… o ser las manos del matrimonio Arnolfini mientras Van Eyck nos mira con envidia… o gritar tu nombre desde el tercer alminar de Santa Sofía como una blasfemia… o saberte golosamente explícita en el templo lascivo de Kandariya Mahadeva, esculpida y mojada en sus sólidos muros… o siendo ángulo justo y contrapeso mío en la Torre de Pisa como una virgen gótica… o mirándote mágica y hermética desde una saetera del Krak des Chevaliers… o profanarte en Silos, junto a su ósculo clásico… o robarte el pudor junto a las cuatro Horas mientras Botticelli dormita en un lecho de anémonas… o pasear contigo por el Jardín de la Lujuria sin que nos vea Hieronymus… o revolcarme en tu cuerpo bajo las crucerías de la catedral de Durham ante la absorta mirada de Cutberto… o santificarte con mi simiente sobre los mármoles del Templo del Cielo sin permiso de Yunglo Ming… o darnos un paseo por un cuadro de Bruegel el Viejo [pongamos, por ejemplo, ‘Los proverbios flamencos’] y comprar mandarinas y naipes… o buscarnos la boca bajo el obelisco mientras comulga en Papa en su capilla privada de San Pedro… o que seas Dalila en un cuadro de Rubens y yo pose mi mano sobre tu vientre… o que bailes para mí la danza de Poussin, y luego… o que seas mi condesa en Hardwick Hall… o que no seamos ciegos en Taj Mahal para rabia de Shah Jahan… o que seamos dorados en Potala… o que sea yo el ángel desnudo que se apoya en tu espalda en el ‘Embarque para Citerea’… o que seas mi reina por un ratito en el Royal Pavilion de Brighton… o que, en fin, seas Medusa en mi mar, arco del Cristal Palace, la Verdad desnuda de Courbet, Aline Charigot con los barqueros, la jarrita azul de Vincent en Arlés, la mano izquierda de la Venus de Urbino, el ángel de Rokeby con su espejo en la mano, el beso de Rodin, una mujer de Hopper con un libro, los brazos que le faltan a la Venus de Milo… o quizás el cordero colgado en la carnicería Gromble mirando al infinito.
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Hoy estoy triste como bejarano y como socialista por la salida de Jesús Caldera del gobierno Zapatero [quizás alegre por el amigo, porque sale de la vorágine y entra en la calma, una calma que quizás necesite para desarrollar con tranquilidad el enorme potencial que acumula]. Creo que Zapatero ha sido injusto al sopesar la magnífica labor de Jesús en el Ministerio de Trabajo y ha borrado de su lista al valor más importante que tenía, dejando a tipos tan grises y atildados como el Ministro de Cultura, C. A. M. [que no vale ni para una conversación con un café delante]. Parece que Zapatero ha olvidad que Jesús estuvo apoyándole cuando no era nadie en el partido, que se jugó su futuro político al todo o nada con él y que por valores tangibles y por gestión demostrada es, junto a Rubalcaba, una de las figuras de más peso intelectual y político que tiene a su lado.
Para Béjar es un verdadero drama esta pérdida, pues con Jesús habíamos conseguido un hilo directo con el Estado que nos estaba proporcionando salidas de futuro muy dignas al ninguneo al que habíamos sido sometidos durante decenios presionados por el duro reglaje de los prebostes del textil [ya arruinados, muertos o desaparecidos]. Nos han cortado ese hilo conductor que tan bien estaba empezando a funcionar, y ahora habrá que esperar a ver cómo respiran los pirañas y las reinonas de la España singular [me refiero a los nuevos ministros procedentes de las tierras con pasión por la independencia y la separación, que supongo que habrán de intentar llevar el agua a sus predios para propiciar acuerdos… en fin, que probablemente volvamos a ocupar nuestro justo lugar en el mundo, el del culo]… pero nos lo tenemos merecido, pues hemos sido ingratos. Nuestro ministro ha sido el único que ha perdido las elecciones en su terreno, y así nos va y nos irá siempre, con ese jodido gusto genital bejarano/salmantino por quemar en una pira a cualquiera que sobresalga y pueda darnos voz o pan o caminos abiertos.
Yo sigo respetando a Jesús Caldera porque ha demostrado con su gestión que es uno de los políticos más brillantes en ideas y hechos que ha tenido la historia de la democracia española. Sus logros en política social no tienen parangón y son ejemplo para todos los gobiernos de los países desarrollados [todo a pesar de que tenga algunos detractores apresados por la ceguera o por un conservadurismo feroz]. Supo llevar el ideario socialista a la praxis con convicción y con firmeza, y sus logros tendrán envidia y eco en un tiempo no muy lejano, estoy seguro.
Quede aquí mi reconocimiento sincero y entusiasta al mejor Ministro de Trabajo que recuerde mi memoria, y junto a él todo mi ánimo y mi apoyo para lo que haga falta.
No nos sobran en este país tipos como Jesús, y espero que Zapatero sepa rectificar y colocarle en una plataforma donde su fuerza intelectual y política siga aportando beneficios a nuestro país.
Yo me he enfadado muchísimo.
•••
Entrené y me salió esto, Sinda. Estoy bruto, como ves, pero pormetí dedicártelo... pues eso.
APOSTASÍA
Levanta tu hostia, gran mercenario blanco,
alto entre los hermosos de tocados y tíaras,
y muéstrala, indecente, a la turba que cuece
patatas podridas en la olla nocturna,
a la que busca el calor en otro cuerpo
porque no hay mantas suficientes.
Levanta tu hostia, como un mago antiguo,
de espaldas, para no ver lo que haces,
y en tu ballet de manos dibuja cabriolas ridículas
que siembren la vergüenza del semen
que se vacía jugoso en unas nalgas prietas.
Haz tu ballet y levanta tu hostia con la casulla nueva
ocultándote el cuerpo inserenísimo y deforme
para tapar la boca sacrílega de Lesbos
secando la humedad limosa de los clítoris
que se frotan con ansia.
Levanta tu hostia sin que pueda caerse
de tu santa sotana el monedero repujado
que acumula limosnas y caridades,
óbolos y herencias de fieles muertos.
Las muchedumbres mansas comen manzanas verdes
como si fueran pasto. Caminan al unísono
como un banco de peces y acomodan sus miedos
en una voz común que es como un grito ahogado.
Levanta tu hostia, perro blanco de octubre,
y enséñasela al héroe que arrodillado mira al suelo
para que busque la dignidad en los harapos
y se humille ante la cruz que portas;
muéstrala como hiriendo a las fulanas
que han batido su récord un día de guardar
para dar de comer a sus criaturas
y que la trague la garganta agotada
del anciano miedoso que purga sus pecados
con el terror insoportable que propicias.
Levanta tu hostia con altivez, poderoso rocín blanco,
y que tu voz de hembra pronuncie el latinajo
que limpia y que somete.
Levántala como el puñal o el hacha del verdugo,
y asesta un golpe más en la moral del hombre
que no ha comido hoy ni comerá mañana.
Y desfila después entre los elegidos
ungiendo con tu gracia sus nucas afeitadas,
calzando en sus cabezas el laurel bendecido
o la mortal ceniza…
que el trigo es de otras manos, y el carbón,
y el arroz, y el pan reciente…
Levanta tu hostia, áspid de los brocados,
para que llueva con escasez
y el pobre fíe en ti el agua y la cosecha…
Que a ti te espera el mármol, rey entre los castrati,
y al mundo la miseria de sostener tu trono
y besar tus estampas.
© Luis Felipe Comendador
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