Friday, May 23, 2008

¿A qué me debo como hombre?


¿A qué me debo como hombre?

1. A regar mi voluntad sin traicionarme y sin dejar que la modelen los otros.
2. A ser individuo tomando conciencia del espacio que ocupo en el mundo, y conocerlo para reconocerme cada día.
3. A formarme una idea compleja de cómo debe ser la sociedad en la que vivo y pelear por ella aunque la sepa utópica, inconseguible.
4. A saber que soy paso y sacar consecuencias de ello.
5. A razonar y a crear desde la cabeza un mundo de posibilidades que sean capaces de traer de la mano sensibilidad, sentimiento y estado.
6. A morir sin sensación de haber fracasado.
7. A procurar reacción a lo que vaya contra mis principios.
8. A intentar cada día.
9. A conseguir una mente elaborada… y también a saber ocultarla cuando sea preciso.
10. A sentir pudor de mí mismo.
11. A eliminar palabras de mi vocabulario para hacerlo más preciso.
12. A saber que mi impotencia podrá ser el paso firme de otros y, por tanto, también sirve.
13. A matar al hombre para crear al Hombre.
14. A tomar posición clara y exacta sobre los hechos del hombre.
15. A desaparecer cuando sea preciso.
•••
Cada mañana, al levantarme de mi cama, me propongo conservar mi libertad intacta [me refiero a la creativa, porque en los demás campos no puedo ser libre, ya que jamás lo he sido]. Lo primero que hago, entonces, es reconocer la condición circunstancial de las esquinas de mi mundo: soy varón circunstancial, hijo circunstancial, padre circunstancial, empresario circunstancial, clase media circunstancial, español circunstancial, bejarano circunstancial… y eso queda para ser restos calcinados. Luego indago en lo buscado y pretendido, en lo trabajado con dirección y con presupuesto: poeta buscado, político confundido del socialismo individual, anacoreta fallido, pensador incompleto hasta el final, diarista enconado, pintor malo, apóstata convencido y fiera, fumador empedernido, loco de atar, aforista mediocre, fotógrafo de mí mismo, sismógrafo de mis sentimientos, impreciso retratista infiel de palabras, bufón, voyeur lascivo, sátiro, editor malo, desatado verbal, inquieto, diletante de medio tono, encantador discreto, decadente, inmoral… y en ese mundo abstracto, que se atormenta entre lo circunstancial y lo buscado, me voy haciendo un ‘yo’ que crece en la cabeza y lo hace con los rigores del idioma [solo sé ser imbécil en mi lengua materna, es triste gracia], y en ese ‘yo’ navego sin dirección precisa, siendo una tarde el náufrago y a la mañana siguiente el corsario más cruel y sanguinario que pueda imaginarse.
Y todo en aras de conservar mi libertad creativa, la que me encadena a esta silla durante varias horas diarias sin descanso posible, la que propicia subjetividad a cada uno de mis objetivos, la que hace mi estilo fuera de toda empírica, la que me compensa con su salario hermoso de intensidad, la que me procura emoción y posibilidad, la que me otorga la ‘necesidad’ como un valor irrenunciable, la que me hace contemplativo, la que me hace purita revolución en este espacio escueto, la que me hace ofrecerle al mundo mucho más de lo que esperaba de mí [aunque aún no sepa procesarlo nadie]…

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